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Opinión

Incompatibles

Por Juan Palomo

24 abril, 2008 02:00

Juan Carlos Marset, Don Delillo, Gönter Grass y Keith Jarrett

Lo siento pero no, no se puede estar en misa y repicando, no se puede ser juez y parte, sobre todo cuando está en juego bastante más que un puñado de euros. Me explico: ni es de recibo que un ministro de Cultura se dedique a publicar tres o cuatro libros al año, o a escribir crítica literaria en un medio privado, o a presentar libros de amigos, con todo el aparato del Estado, ni es de recibo que el director general del Inaem, Juan Carlos Marset, pueda seguir figurando como editor de la revista Sybila, ni apadrinar el lanzamiento de su último número (esta misma semana). Eso es jugar con ventaja. ¿Se imaginan a cualquier otro ministro, o ministra, manteniendo su bufete, su agencia de viajes, su pastelería o cualquier otro negocio privado en sus ratos libres?

Si creían que con su muerte terminaba la leyenda de Norman Mailer, estaban muy equivocados: los nueve hijos del escritor, y amigos como Sean Penn o Don DeLillo, se reunieron en el Carnegie Hall de Nueva York para rendirle homenaje. No faltó nada, ni las imitaciones que Stephen Mailer, actor de profesión, hizo de su padre, ni una carta de Gönter Grass en la que el Nobel alemán proclama su admiración por "uno de los pocos escritores valientes", "un colega y un amigo comprensivo y extremadamente generoso". Con todo, lo mejor fue el relato que uno de los sobrino de Mailer hizo del último trago del autor de Los desnudos y los muertos: poco antes de morir, pidió tomarse una última copa de ron con naranja, y brindó con todos sus hijos. ¡Un brindis por una vida peleada hasta el fin!

Ayer mismo comenzó la Feria del Libro de Bogotá, una maravilla de curiosidad y vida, que pone fin al intenso año en que la ciudad colombiana ha sido Capital Mundial del Libro. Siempre nos quedará Bogotá 39, las cartas de la persistencia, el buen hacer de Ana Roda y ese calor literario que baja a diario desde Monserrate y todo lo impregna. Este año Japón es el país invitado de la Feria, al conmemorarse 100 años de relaciones entre Colombia y esa nación que colabora con proyectos culturales del país hace tres décadas, incluyendo el reciente Plan Nacional de Lectura y Bibliotecas.

Aviso para navegantes: el plagio vía internet se ha hecho un arte. Si lo dudan pregunten en el periódico argentino La Nación, tras el escándalo causado por el mexicano Mario Bellatín, al que le habían encargado un artículo sobre Kabawata. Semanas después, el periódico era un clamor de cartas que denunciaban el plagio, y el propio escritor reconocía haber recurrido al "copypaste". ¿Y en que consiste? En unir, en palabras del propio Bellatín "una serie de fragmentos que distintos críticos han hecho sobre mis libros... cambié la palabra bellatin y le puse kawabata, cambié el nombre de algunas obras y ya está... salió un artículo estupendo sobre kawabata, impecable en su verosimilitud y certeza, algo que, entre otras cosas, nos demuestra que sólo hay una palabra, que siempre se puede hablar sólo de lo mismo.... [...] creo que se trata de una reapropiación..." ¡Qué jeta! Y aquí seguimos hablando de homenajes, de intertextualidad...

Hay un hombre en España que lo hace todo. O por lo menos, todas las películas. Lo más curioso es que prácticamente nadie conoce su nombre aunque no será por falta de insistencia. El director catalán Salomón Shang estrenó en 2006 cuatro películas; en 2007, dos y en 2008 ya lleva dos (La zona de Tarkovsky y Puerh) y ya anuncia otra, Reencarnación. Todas tienen algo en común: se estrenan en una sola sala, en dos ciudades (Madrid y Barcelona) y apenas aguantan unos días en cartel. A esto se le llama tener más fe que el alcoyano. Claro que yo me pregunto por los criterios de la Generalitat catalana a la hora de subvencionar su cine, porque el pavo ha recibido ya demasiados miles de euros.

La historia discográfica del jazz cuenta con heroicos protagonistas pero pocos pueden presumir de una coherencia como la del productor alemán Manfren Eicher, fundador en 1969 de Edition Contemporary Music, para todo el mundo -especialmente para artistas como Keith Jarrett, o Jan Garbarek-, ECM. Les cuento esto porque el sello cumple ahora 40 años y para celebrarlo se edita Tocando el horizonte (Global Rhythm), de Paul Griffiths y Steve Lake (otro de los "ideólogos" de la compañía).