Image: Memorias privadas

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Opinión

Memorias privadas

24 julio, 2008 02:00

Paul Auster, Sánchez Ferlosio, F. Aramburu y Marc Recha.

Menos títulos pero mejores para la rentrée (y eso que aún no me he ido). Los editores piensan lanzar sus mejores apuestas antes de Navidad para apurar posibilidades y balances de resultados. Hacen bien. Por ejemplo, Destino publica en septiembre lo último de Sánchez Ferlosio, God and Gun. Apuntes de polemología, y me cuentan que tiene tralla para todos. Anagrama nos ofrece nuestra dosis casi anual de Paul Auster con Un hombre en la oscuridad, y las últimas crónicas del maestro Kapuscinski, La jungla polaca. Vuelven al fin a la novela Juan Goytisolo con El exiliado de aquí y de allá (Galaxia Gutenberg/Círculo), Haruki Murakami con After dark (Tusquets) y Antonio Gala con Los papeles de agua (Planeta), sello que también lanza El canalla sentimental, de Jaime Bayly, con visos de autobiografía descarnada. Mención especial merece una estremecedora joya literaria inédita por estos pagos, Las memorias privadas de Madame Roland, que ven la luz en Siruela gracias al empeño personal de ángeles Caso. Aunque para autobiografía pura y dura, Milagros de vida (Mondadori) de J. G. Ballard.

El escritor inglés, por cierto, estará omnipresente este otoño en España, especialmente en Barcelona, donde el festival Kosmópolis 08 le va a otorgar especial protagonismo, y, además, la gran exposición dedicada al escritor inglés que se inauguró ayer en el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona, Autopsia del nuevo milenio, está abierta hasta el 2 de noviembre. Este año Kosmópolis estará dedicada a las crisis humanitarias y los conflictos globales más urgentes, sin olvidar el compromiso de los escritores con las nuevas causas sociales, y que contará con autores como Gao Xingjian, Todorov, Jon Lee Anderson, Coetzee, Hari Kunzru, Dave Eggers o Donna Leon.

No hubo suerte ni en Berlín ni en Cannes, donde ni una sola película española fue programada dentro de la sección oficial (en Alemania estuvo Isabel Coixet, ¡pero Elegy era una película estadounidense!). En los próximos días se dará a conocer la selección de Venecia, y sólo se me ocurren dos directores españoles con posibilidades (y película a punto para entonces). Por una parte, Daniel Sánchez Arévalo, que ya debe de estar dándole los últimos retoques a su farsa Gordos. Por la otra, Marc Recha, con és aquí on visc. De momento, el Festival de Locarno, que tradicionalmente nos ha tratado bien, acaba de hacer pública su lista de títulos y no hay ni una sola película española en la sección oficial (el debutante Daniel Villamediana estará en una sección paralela con El brau blau, filme sobre la obsesión de un joven por José Tomás y... ¡en catalán!).

Y entre tanta promesa, una espléndida realidad: ángel Facio ha puesto en el Español una divertida versión de Otelo que el manco Valle tituló Los cuernos de Don Friolera. Si nos olvidáramos de quién la escribió, la obrita es de pasmo; de haberla firmado un contemporáneo, uno de esos autores vivillos y coleantes, lo más probable es que las huestes de Bibiana Aido y colaterales hubieran entrado en acción para censurar su fea conducta. Que 80 años después, Valle siga siendo lo más "políticamente incorrecto" del panorama teatral tiene bemoles. ¡Viva Valle! (Y vayan a verla, que quedan tres días)

Viaje con Clara por Alemania, que ahora escribe Fernando Aramburu, va a ser un libro especial. No es exactamente una novela, ni un ensayo, ni un libro de viajes al uso. De todo ello habrá, desde luego, pero será algo más. Será, sobre todo, un homenaje al país en donde vive desde hace tantos años, disuelto en humor, historia, arte, gastronomía y la buena literatura a la que nos tiene acostumbrados. Mientras el cascarrabias marido de Clara sigue viajando, otros libros de Aramburu irán al cine y al teatro cualquier día de estos.

La imaginación de los empresarios dispuestos a explotar la leyenda de Frida Kahlo es inagotable: tras el tequila Kahlo, las muñecas Frida y la moda Kahlo, la marca neoyorquina Natural Skin Care ha lanzado treinta productos de belleza con su nombre. Y, la verdad, no sé qué me divierte más, que lo comercialicen en una caja de madera para darle "un toque mexicano rústico", que se venda por el módico precio de 230 dólares, o el hecho en sí, porque, según su biógrafa Rauda Jamis, Frida no se depilaba para imitar a las damas de la sociedad azteca, que presumían de bigote.