Image: Nacho Duato

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Teatro

Nacho Duato

“Lo importante no es cuándo deje la Compañía, sino dejarlo todo atado”

24 julio, 2008 02:00

Nacho Duato. FOTO: Leonarde Antoniadis.

La música de Henryk Górecki con la que homenajeó a la Virgen Negra de Jasnogora es el punto de partida de la última obra de Nacho Duato: O Domina Nostra. La Compañía Nacional de Danza que dirige la representa los próximos sábado y domingo en Sagunto a Escena.

A pesar de la marejada en tierra, la Compañía Nacional de Danza (CND) continúa su singladura. En esta ocasión, la nave capitaneada por Nacho Duato toma puerto en Sagunto, donde tendrá lugar el estreno nacional de su última creación. O Domina Nostra es también la primera obra que el director de la formación pública presenta desde que se conocieron las intenciones del INAEM de sustituir a la mayoría de los responsables de las compañías nacionales, Duato incluido, dentro de dos años.

La amenaza de tormenta no parece desviar de su rumbo al director más longevo de la escena pública española. "Me encuentro con las mismas ganas de siempre", dice Duato en un descanso de los ensayos de la obra que prepara con la compañía que dirige desde 1990 y que ha situado entre las más prestigiosas del mundo. "Estoy preparando ahora los proyectos de 2011", apostilla en el antiguo matadero de reses de Madrid, donde está la sede de la CND.

Lo que sí alteró a Duato los pasados meses fueron "algunas de las cosas que se decían" entonces, pero que quedaron posteriormente aclaradas. "Hablé con el Ministerio y se solucionaron los problemas", continúa, sin decir si en esa conversación hubo algún tipo de acuerdo sobre la posibilidad de que abandone la dirección de la compañía en un futuro cercano o no. "Lo importante no es cuándo deje la compañía, si será pasado mañana o más adelante, lo importante es dejarlo todo ordenado, atado y bien atado, para cuando me tenga que ir, que siga la línea que tiene y no cortemos con lo conseguido hasta ahora".

Para cuando llegue ese momento, Duato asegura no tener pensado qué hacer ni adónde ir. Lo que sí tiene claro es que no creará una nueva formación. "La CND es mi única compañía", proclama a la vez que confiesa tener, a sus 51 años, "ganas de descansar" de una carrera que comenzó como bailarín en 1980 y continuó como coreógrafo tres años después. Pero mientras eso llegue continúa al frente de la compañía, que la temporada próxima estrenará tres nuevas coreografías, de las que dos son del propio director y otra de uno de los bailarines de la formación.

Aunque, antes de que eso ocurra, la compañía tiene las funciones de O Domina Nostra previstas para el sábado y el domingo en La Nau del puerto de Sagunto. Al contrario de lo que parece indicar el título, el origen de la obra no es religioso. A Duato lo que le interesó desde el principio fue "la composición en sí", una partitura para órgano y voz de soprano que Henryk Górecki creó en 1982 con motivo del 600 aniversario de la Virgen Negra de Jasnogora y que posteriormente revisó en 1985 y 1990. A partir de ahí, Duato se fue alejando de los significados religiosos -y políticos, pues la talla simboliza asimismo la complicada independencia polaca a lo largo de la historia- de la figura para centrarse en su dimensión humana.

Referentes en el cine. "Me interesa la mujer que hay, la madre que va a vivir una situación extrema en la línea de películas como La última tentación de Cristo o El Evangelio según San Mateo de Pasolini", explica el coreógrafo. Duato no cree que su visión de la Virgen pueda provocar controversia. "Es una creación muy respetuosa, nada ofensiva, lo que pasa es que es la mirada hacia la madre de Jesucristo de un no creyente, de alguien que no se relaciona religiosamente con esa figura". Aunque, en realidad, en la obra subyace un apreciable poso religioso.

No es sólo que Duato presente a la Virgen como "una intermediaria entre los hombres y Jesucristo, una especie de chamana entre lo divino y humano", continúa el coreógrafo. La obra también recoge la liturgia aprehendida por alguien, como el director de la CND, que nació y creció en un país plagado de manifestaciones religiosas. Por eso la obra recoge "la imaginería de la Semana Santa, con los pasos y los gritos de guapa" lanzados por los fieles. Y dentro de ese mundo, el de las cofradías existentes "en varios pueblos que están formadas sólo por hombres que se encargan de la Virgen, que la visten y la preparan, sin la ayuda de las mujeres". La coreografía es "abstracta" y está interpretada por un reparto integrado por una única mujer -Ana Tereza Gonzaga, que encarna a la Virgen-- y diez hombres, todos ellos bailarines de una compañía que sigue su rumbo pese al cambiante color del cielo que se augura sobre ella.