Miguel Hernández, una vida trágica interpretada verso a verso
- Tras el éxito en su estreno el pasado mes de marzo, ‘Miguel Hernández: el sueño de un poeta’ regresa a la Sala Mirador con una propuesta escénica sobre la vida y obra del poeta.
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Poesía, música, luz e interpretación se mezclan en Miguel Hernández: el sueño de un poeta para dar forma a la vida y el legado del bardo de Orihuela en una experiencia teatral inmersiva que dirige Jesús Cracio, con dramaturgia de Amparo Climent. La obra, que se estrenó el pasado mes de marzo con notable éxito, regresa, tras su reciente paso por Guadalajara, a la Sala Mirador donde permanecerá hasta el próximo 24 de noviembre.
“Es un espectáculo que gusta porque, además, defiende a un poeta al que a veces se quiere esconder, como si no hubiera existido -defiende su director escénico en conversación con El Cultural-. Creo que no existe en la historia de la poesía un autor que haya cantado a los protagonistas del amor, al amor creador del hijo, con la encarnizada hermosura y el vehemente arrebato con que lo hace Miguel Hernández. Su obra está llena de sensualidad, de exaltación de los fecundos símbolos sexuales y trágicos. Hay una metáfora del toro, por ejemplo, preciosa, del cuchillo, de la sangre...”.
Sin embargo, matiza Cracio, Miguel Hernández: el sueño de un poeta no es un recital poético estático si no una obra teatral. “Tiene música –compuesta por Gloria Vega e interpretada al piano por Maru Mararía–, y lo que hemos hecho es dramatizar los poemas, es decir, no se recitan solamente ante un atril con un micrófono, sino que cada poema tiene su movimiento y su emoción particular. No hay quietud. Es poesía en movimiento”.
Versos en movimiento
Interpretada por las propias Climent y Vega, ahí está, por ejemplo, la famosa Elegía a Ramón Sijé, donde ambas, arrodilladas sobre el suelo, juegan con el barro como si fuera esa tumba del preciado amigo. “Quiero escarbar la tierra con los dientes,/ quiero apartar la tierra parte a parte/ a dentelladas secas y calientes...”, componía el poeta.
“Hemos intentado que haya poemas de todo tipo y no solo los obligatoriamente conocidos, muchos de ellos por canciones de Joan Manuel Serrat –comenta el director–. Poemas sobre el gusto por la naturaleza, el sentido trágico de la vida, la identidad, el amor y la muerte –las tres heridas de Miguel Hernández–. Hay un amplio espectro. Algunos que resultarán absolutamente conocidos y otros que seguramente nunca haya escuchado el público”.
Con una escenografía “liviana”, compuesta por sillas, una mesa y poco más que una máquina de escribir, Cracio se deshace en halagos hacia sus compañeras por esta aventura escénica. “Climent y Vega son actrices con mucho recorrido. Ellas ya habían hecho recitales, pero siempre o casi siempre sin movimiento, con atril. En mi propuesta no hay libreto en escena, no hay papel, no se puede leer nada. Hay más bien movimiento, música, baile. Al principio costó un poco entrar en ese universo, en el lugar donde yo quería colocar el espectáculo, pero luego ha sido fantástico”.
Poemas para una vida
Acompañadas al piano por Mararía, muchos de esos poemas son cantados y bailados. “Tenemos una pianista maravillosa y yo diría que es un espectáculo no nuevo, pero sí distinto a los que se vienen haciendo con respecto a la poesía, donde prima, sobre todo, la quietud o el recitado. Esto es una obra de teatro que narra la trágica y terrible vida de Miguel Hernández acompañada siempre de los poemas, unos cantados otros recitados, pero todos con un movimiento escénico”.
Desde la infancia de Miguel Hernández en Orihuela como pastor de cabras hasta su muerte en 1942 a los 31 años, la obra aborda temas como el amor, la guerra, la cárcel, la muerte o la esperanza.
En ella, comenta Cracio, “se habla de su relación con la tierra y con su mujer, Josefina. De sus viajes a Madrid, donde conoció a todos los poetas de aquella época. Tratamos también con bastante delicadeza su estancia en la cárcel, su muerte abandonado con tuberculosis en prisión. También salen sus amores y su implicación en el movimiento obrero. O sea, es la vida al completo de Miguel Hernández. Lo prolijo que fue escribiendo en tan pocos años. Con 31 años le dio tiempo a todo. Pero casi todo fue mal para él desgraciadamente”.
Hace falta escuchar más versos de Miguel Hernández, concluye el director escénico. “Él, García Lorca y Antonio Machado, son para mí los más importantes poetas que ha dado el siglo XX con mucha diferencia”. A partir de hoy en la Mirador, el poeta del pueblo regresa a nuestros escenarios.