Opinión

Bergman

Portulanos

30 octubre, 2008 01:00
Ingmar Bergman tuvo siempre fama de huraño. Según relata en sus memorias Imágenes, apreciaba particularmente un mandamiento de Faulkner, algo así como "mata lo que más quieres", lo cual explica que sus personajes aparezcan tan despiadadamente retratados. La afortunada coincidencia de dos obras de Bergman en nuestra cartelera, Sonata de otoño y De la vida de las marionetas, nos permite recordar al cineasta y dramaturgo sueco que tuvo la desgracia de ser considerado un genio. Digo la desgracia porque, si bien no me parece que lo fuera, él se creyó obligado a estar a la altura de su leyenda dejando en el camino un puñado de obras magníficas pero también algunos tostones memorables. Bergman fue un arquetipo cultural del siglo XX: el artista devenido intelectual, es decir, profeta laico del que se espera, insensata, incluso cruelmente, que tenga respuestas para todas las preguntas. Detrás de él vino algo peor: los intelectuales que ya ni siquiera son artistas. Es costumbre describirle como heredero de Ibsen y Strindberg, pero lo cierto es que los personajes de estos dos fueron todavía, incluso en pleno naturalismo, titanes, mientras que las criaturas de Bergman han asumido su condición de burgueses. Aparentan ser individuos profundos y complejos, cuando en realidad padecen una inmadurez emocional terrible, un poco como el propio autor, que disfrutó su papel de artista temperamental hasta el último momento. Es por eso por lo que Bergman, excelente director, es también importante como dramaturgo: supo retratar esa Sociedad del Ego en la que hoy vivimos. En la durísima De la vida de las marionetas, Katarina reconoce que "ninguno de nosotros quiso madurar o ser sabio", mientras que el psiquiatra Mogens, tras asistir a la peor crisis de sus amigos, les deja para irse a pasear al perro. En La hora del lobo, el desquiciado protagonista explica: "Si duermo, tengo pesadillas; si estoy despierto, tengo miedo". Una buena descripción de un autor que reconocía no saber qué era la felicidad.