Image: Premios sueltos

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Opinión

Premios sueltos

por Juan Palomo

4 diciembre, 2008 01:00

Juan Marsé, Juan Goytisolo, C. Peri Rossi y J. Diego Flórez

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La semana pasada fue, ya lo saben, puro premio para todos, que ya era hora de que el Cervantes ganase a Marsé, y el de las Letras, a Juan Goytisolo. Y yo, que desde hace años los echo de menos en todos los concursos oficiales postineros, me alegro más que nadie, a pesar de lo cantado de ambos galardones, con los que se han saldado dos de las cuentas pendientes más sangrantes de nuestros letras. De ahí lo previsible también de los mohínes esquivos de los dos barceloneses. Mi preferido, no lo niego, es Marsé, pero también me arrebatan los versos sueltos de Goytisolo, ese ir a la contra pero menos, esa inconsecuencia permanente, su talento. Por eso me divierte tanto que siga con lo de "no aceptaré nunca un premio institucional", y otras pamplinas.

Malpiensan los malvados de siempre del último premio Loewe porque lo que más se ha destacado es la condición de mujer de la premiada, Cristina Peri Rossi, la primera mujer en 21 años que recibía tal galardón, cosa que pesó en la decisión del jurado, según me cuenta alguno de sus miembros. ¿Por qué esta vez pesaría y durante 21 años no? Porque no es verdad que todos estos años no se hayan presentado buenas poetas al premio. Y muchas hubieran sido dignísimas ganadoras del prestigioso Loewe con sus libros publicados estos años. Cito aquí sólo algunas, para refrescar la memoria de Chus Visor, especialmente a Aurora Luque, Clara Janés, Ana Rosetti, Luisa Castro, Olvido García Valdés, Ada Salas, Victoria Atencia, Francisca Aguirre, Julia Uceda, Miriam Reyes, ángela Vallvey, Ana Merino, Esperanza López Parada, Concha García, Amalia Iglesias, Juana Castro, Elena Medel...

Rodrigo García goza entre los franceses de muchos devotos, pero ahora quizá consiga que su teatro se difunda más por el continente gracias al XI premio Europa Nueva Realidad Teatral que acaban de concederle. La pena es que los 30.000 euros con los que está dotado el galardón debe compartirlos con un buen número de premiados: Guy Cassiers (Bélgica); Pippo Delbono (Italia); Arpad Schilling (Hundría) y François Tanguy (Francia).

La nueva Sonnambula de Bellini ha provocado un fuerte insomnio al tenor Juan Diego Flórez. Pese a participar en su grabación con la Bartoli el peruano se "ha caído" de la cubierta del disco y se ha visto relegado a la sombría contraportada. Digo yo que eso habrá pensado mi admirado Flórez porque no se le ha visto junto a la italiana en la obligada promoción de un compacto que promete ser superventas estas navidades. Item más, se ha volcado en cuerpo y alma a su Bel Canto Spectacular. Hay duelo de divos, y duele.

Parece que 2009 será el año del bolsillo o no será, así que casi todas las editoriales van a apostar fortísimo por sus versiones mini para salvar la crisis. Y una de las pioneras en reinventarse es De Bolsillo, que no sólo cambia de diseño, sino que el año que viene va a dar la batalla por la gran literatura. Para empezar, en enero lanzan La carretera de Cormac McCarthy; Vida y destino de Grossman y Diario de un mal año, de Coetzee. Y en primavera, una bomba: la Biblioteca Juan Benet, en edición de Ignacio Echevarría, que incluye por vez primera la versión íntegra y sin censura de Volverás a Región.

El pujante mercado de DVDs, con permiso de la piratería, ya tiene un récord: Mamma mia!, la película basada en el musical de Abba y protagonizada por Meryl Streep, vendió un millón setecientas mil unidades en un día. En nuestro país, Universal previó recaudar siete millones de euros y ha alcanzado quince, convirtiéndose en la tercera película más vista en lo que llevamos de año. Como la película es flojita, está claro que con tanta crisis la gente tiene ganas de un poco de mambo.

La ópera siempre será el arte del disfraz, y como quiera que la apariencia rige sus fueros, para celebrar la crisis que ha puesto a Gerard Mortier en brazos de Muñiz los gerentes de la ópera de Nueva York han decidido campear el temporal financiero inaugurando una joyería en las instalaciones del teatro donde se venden cristales de Swarovski extraídos de una de sus imponentes lámparas de araña. Como diría Groucho Marx: ¡más madera!