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Opinión

Radio París

Por Francisco Javier IrazokiVer todos los artículos de la 'Radio París'

22 enero, 2010 01:00

Francisco Javier Irazoki


Josep Pla llega muy joven a París, en 1920. Dos días antes ha terminado la redacción de El cuaderno gris. Aunque la ironía indomable mitigue su entusiasmo ante la belleza de la arquitectura, admira el ingenio urbanístico y la eficacia con que en el siglo XIX los franceses sustituyeron calles tenebrosas o nidos de cólera por parques y anchas avenidas. Ideados para evitar brotes de epidemias y revueltas políticas, Pla ve en esos espacios el resumen del racionalismo. Pero en los tiempos recientes el cuidado arquitectónico ha sucumbido a una sosería acristalada. En lugar de mantener la estética propia, se imita sin talento a Nueva York. François Mitterrand, para aliviar su sed de republicano eterno, quiso que los electores le financiasen la pompa, y la biblioteca nacional que lleva su nombre es un modelo de fatuidad. El símbolo vacío (edificios que representan cuatro libros abiertos) y los cristales sucios envuelven la exigua organización funcional. Cerca de la entrada, el visitante camina entre unas plantas que sufren en prisiones de rejas metálicas. Me pregunto qué diría Josep Pla de los arquitectos que identifican la modernidad con el disparate de enjaular árboles.