La inocencia
Portulanos
15 octubre, 2010 02:00Todos eran mis hijos fue, en este contexto, una obra de gran coraje. Cogiendo el toro por los cuernos, Arthur Miller les dijo a los norteamericanos a la cara que la guerra no había sido una postal con unos muchachos sujetando la bandera; que las fortunas se hacían en la retaguardia aprovechando la tragedia mientras muchos ciudadanos honestos miraban para otro lado. "He sido como todos", dice el protagonista, Joe Keller, para justificarse. "Sí", le responde su hijo, "pero yo esperaba que fueras mejor". Heredero directo del drama moral de Ibsen, Miller compone una obra maestra que se mantiene hoy tan imponente como el día de su estreno. Porque los soldados jóvenes, americanos y de otras nacionalidades, siguen muriendo en guerras lejanas mientras en Alemania, no hace mucho, se forzaba la dimisión del presidente Köhler por decir que la razón para seguir en Afganistán es, sencillamente, el dinero.