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Opinión

Ni hablar

Por Marta SanzVer todos los artículos de 'Ni hablar'

12 noviembre, 2010 01:00

Marta Sanz


Entre los estilos literarios adelgazados, me decanto por el anoréxico. Reniega de enumeraciones y metáforas. Se oxigena con puntos: la página no es opaco papel pintado impenetrable para el ojo del lector. Se consume en los transportes. Se ciñe al axioma de que menos es más. Con una pequeña inversión de esfuerzo se obtiene una gran rentabilidad intelectual que garantiza el nirvana de la unanimidad del juicio artístico. Prenda cómoda que viste mucho. Va al gimnasio. Cena pavo. Es el nombre exacto de las cosas y la inteligencia como capacidad de adaptación al medio. Palabras clave: economía y sensación de que, con cuatro trazos, se refleja la profundidad del cosmos. El estilo anoréxico constata una enfermedad de la literatura: radicaliza la tendencia dominante. No es invisibilidad ni silencio. No es haiku-bonsai que se poda hasta quedar desnudo. Ni amputación de piernas. Frente a la sobriedad bien educada del estilo adelgazado, el anoréxico deviene en vómito. Evidencia que, como decía Yourcenar, si no entendemos a Shakespeare, la culpa es nuestra. Nos creemos sanos, pero estamos desnutridos.