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Opinión

Solito en la vida

Por Arcadi EspadaVer todos los artículos de 'Solito en la vida'

18 marzo, 2011 01:00

Arcadi Espada


Juan Cueto, que estos días recopila, fue uno de nuestros grandes columnistas no ibéricos. Hubo otro, en la transición, Ricardo Cid Cañaveral, pero murió muy pronto. Cuando las primeras embestidas de la informática, y ante la disposición jemer de que todos habían de abandonar sus ocios y negocios para aprender a programar, Cueto dejó una frase memorable: "Hombre, para telefonear yo no necesito aprender cómo funciona el teléfono". Aún tiene sentido hoy, cuando la joven ignorancia (pleonasmo) urge a los periodistas a sustituir el aprendizaje del lead, que viene de Quintiliano, por el HTML 5. Obviamente el HTML 5, como cualquier lenguaje de programación sofisticado, permite maravillas narrativas. Siempre y cuando los narradores puedan seguir narrando y telefoneando. ¡Tiempos estos en que hay que proclamar las ventajas de la división del trabajo! Sin embargo la frase de Cueto rebasa la anécdota mecánica de los nuevos aparatos para sacudir la zona más íntima de la cultura. En sus relaciones con el lector tanto filósofos como científicos han abusado de querer enseñar a hacer funcionar el teléfono. Grandes textos universales son, en buena parte, lenguaje de programación gremial, cuyo interés se reduce al del aficionado. Unas letras modernas deberían tener muy en cuenta la advertencia de Cueto y presentar sus investigaciones con el lema de "Úselas", descartando el "Aprenda a usarlas". Al compadecerlas con la vida se verá si esas investigaciones tienen sentido. Es así como, entre otras medidas urgentes, lograremos salvar al lector, especie claramente amenazada por el manual de instrucciones.