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Opinión

De vuelta

Por Juan Palomo Participe en el blog de Juan Palomo

2 septiembre, 2011 02:00

Calixto Bieito, Jorge Volpi, Plácido Domingo, Helga Schmidt


Nunca mi papelera había aparecido más triste a la vuelta del verano. Me la encuentro rebosante de notas y denuncias sobre impagados, incumplimientos de contratos, dudas y deudas. Mérida, Gijón y San Sebastián se llevan la palma. Ya lo adelantó el poeta: "la edad de las proezas se ha declarado insolvente".

Tras leer el "manifiesto artístico" (sic) con el que Calixto Bieito apadrina la nueva productora que ha lanzado Focus, el Barcelona Internacional Teatre, decido embarcarme en una cruzada contra los semiólogos de la farándula, me refiero a los que como el afamado director se pirran por hablar del "hecho teatral" para referirse simple y llanamente al teatro. En realidad, no hacen más que hacer suyo el término acuñado por los cineastas de la nouvelle vague cuando hablaban del "hecho fílmico". Unos pedantes.

El culebrón Volpi ha terminado: como saben, el escritor mexicano, nombrado agregado cultural de la embajada de Italia en mayo fue destituido el 26 de junio por sus díscolas opiniones. El escándalo hizo que dos días después el presidente mexicano, Felipe Calderón, le restituyese en el cargo, pero ya era tarde. El autor de En busca de Klingsor abandona la vida diplomática y se instala hoy mismo en Madrid, con la intención de terminar su próxima novela, dar algún curso en Salamanca y defender por encima de todo, sin indignación, la libertad.

Plácido Domingo se enfundará el rol de Rigoletto de Verdi para inaugurar mañana la temporada de la Ópera de Viena. Parece que no tiene intención de jubilarse. Aunque la cuestión no es tanto cuándo, sino dónde. Los rumores apuntan a que podría haber empezado a buscar casa en España. De modo que sus compromisos con la Ópera de Los Ángeles durarán lo que tarden en ofrecerle un despacho. Aquí. En Madrid. En el Teatro Real. Le pese o no a Helga Schmidt.

Las instituciones artísticas de Mallorca quieren un cambio en la política artística, y lo quieren ya. Los tres principales centros están dispuestos a renovar a sus responsables, parece que mediante concurso. La Fundación Miró acaba de cerrar el suyo, el Casal Solleric (dependiente del Ayuntamiento de Palma) ya lo ha convocado y pronto se hará público el de Es Baluard, de donde partirá Cristina Ros, a otra cosa mariposa. Tres concursos públicos e internacionales, pero, eso sí, hay que hablar mallorquín.

Un reciente estudio de la Universidad de California confirma mis sospechas. El cine en 3D no hace la experiencia más intensa, ni aporta más detalles sobre la película, pero sí levanta dolor de cabeza... Por eso, ahora que está en posproducción, hinchándose a las tres dimensiones, el Capitán Trueno de Antonio Hernández debería plantearse quedarse en formato plano.