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Opinión

Los sensibles

Por Ignacio García MayVer todos los artículos de 'Portulanos'

28 octubre, 2011 02:00

Ignacio García May

Acaso una de las mayores evidencias de que el teatro no va tan bien como se dice por ahí es la hipersensibilidad a la crítica que demuestran muchos profesionales, temerosos de que afecte a su ya de por sí precaria estabilidad laboral. En tiempos de vacas gordas a la gente le importaba un rábano que hablaras bien o mal de ellos: el pago al fin de la función estaba garantizado.

Pero ahora personas con las que nunca has tenido contacto y que habitualmente no hubieran prestado atención a tus opiniones porque dan por hecho que perteneces a un submundo con el cual no es recomendable tener demasiado contacto te escriben o te llaman, (y algunos, incluso, como si fueran amigos del alma), para protestar porque has hablado negativamente de la producción en la que trabajan. "¡Nos haces daño con tu comentario!", dicen, invocando, solemnemente, una suerte de sacrosanto corporativismo masónico. Pero el corporativismo no es más que una forma sutil y despreciable de chantaje y la crítica tiene mayor valor cuando nadie quiere escucharla. Cabría, por el contrario, preguntarse, por qué tantos artistas sin mácula, tantos profesionales íntegros, tantos creadores ideológicamente puros, se han arrojado sin pensárselo dos veces a las producciones (teatrales, cinematográficas, televisivas) más mediocremente seguras en vez de enfrentarse a la crisis radicalizando sus apuestas artísticas. Por supuesto que todos hacemos trabajos alimenticios y no hay nada de malo en ello. Pero cuando escucho a algunos actores defender ciertas cosas pienso enseguida en esos empleados de los bancos que tratan a los clientes como si ellos, los empleados, fueran los dueños de la institución. Dicho de otro modo: lo malo no es hacer de esbirro, sino disfrutarlo.