Fernando Aramburu



Haciendo un esfuerzo de imaginación, podría asignárseles un halo épico; pero ni siquiera subidos al caballo parecen romanos ni cartagineses. En todo caso, vaqueros. Este pormenor no quita para que ellos dirijan un imperio poderoso como pocos en la historia de la especie humana. No los elige Dios, sino una masa variable de votantes. Gustan de invocar al Creador, la Libertad y la Patria. Un fuerte ejército sustenta sus convicciones elementales. Si son eficaces, han cumplido. Con el último hasta la fecha, Barack Obama, suman cuarenta y cuatro. La limitación temporal de su mandato dispensa a la población de verlos envejecer, sufrir y encogerse debajo de una corona. Cuatro fallecieron por causas naturales durante el desempeño de su cargo. A otros cuatro los asesinaron. Uno dimitió. Hay otro que estuvo un mes. Rooselvelt, doce años. De la mayoría, ¿quién se acuerda? Todos fueron sin excepción varones.