Fernando Aramburu

Ciencia, madre nuestra que estás en la Tierra, danos el bienestar que procede del conocimiento usado con templanza democrática. Elimina nuestro dolor, cura nuestras enfermedades. No nos dejes sucumbir a la superstición ni a las falsas ilusiones, y líbranos de la ignorancia. Aunque pones límite a la potestad de los dioses, que reculan un paso con cada fórmula irrebatible que descubres, caíste a lo largo de la Historia en hondos letargos que acarrearon la desintegración cultural de algunas civilizaciones. Nada emprendes que no sea susceptible de aplicación bélica; pero también prolongas la vida, apaciguas al hombre, lo perfeccionas hasta donde es posible perfeccionar tan defectuosa criatura. Bendito el gobernante que fomenta tu desarrollo. Bendito el Estado que te acrecienta mediante la investigación, te incorpora para bien de todos a su sistema productivo y te acerca a los jóvenes. Acabarás el mismo día que la inteligencia del último curioso.