Agustín Fernández Mallo
Sus análisis contienen el don de una extraña equidad: el fiel de la balanza marca cero pero demuele como si nada estructuras de pensamiento de propios y extraños. El manejo de la inducción como método lleva a Fernández Porta a tan sorprendentes como irreductibles conclusiones. No hay tabú de ámbito económico, afectivo o de lo que la sociedad de consumo considera sagrado que se le resista. Armado de sólidas herramientas intelectuales, de toda corriente y época, descerraja los candados que se le pongan por delante, establece fuego cruzado, hace puré cantidad de tópicos que a diario nos asisten. Y no ha acabado de desmostrarte cómo un equipo de fútbol nacional maquilla con argumentos caritativos la compra de niños en países subdesarrollados, cuando ya te obliga a teclear otro número; y siempre contesta: ahora te hace ver que las emociones y el mundo afectivo se hallan más mediados y sometidos a transacciones comerciales que la propia bolsa, o que el ascenso de escala social a través de la cultura normalizada no es más que un mito socialdemócrata, o que el amor de pareja y el amor al prójimo no son más que sutiles construcciones de mercado, un "capitalismo de las emociones" al cabo. Como si el listín de las Páginas Amarillas -tan relacional-, se disfrazara de listín telefónico blanco -tan personal-; pero a este libro ese gol no se lo cuelan.