J.J. Armas Marcelo



El cine es un arte fabricado con sueños. También, y eso es lo bueno y al mismo tiempo puede ser lo malo, es una industria: un cuerpo industrial, con todas las consecuencias. El cine español es una industria española, además de un arte que no es español, ni por nacimiento ni por influencia. Parafraseando a Alfonso Reyes, si el cine español ha de pasar a la historia ha de pasar por ser cine y no por ser español, o aunque sea español. A la industria del cine español no le gusta la crítica al cine español. Dicen que esa crítica es nefasta porque perjudica al cine español. No al cine, sino al cine español. Pero o el cine español es más cine que español o dejará de ser cine para ser otra cosa que casi siempre será española. Entre los primeros 80 y la apoteosis generacional del felipismo llegó a España el cine considerado como empresa industrial. Y vinieron, aunque ya existían en tiempos de Franco, las subvenciones a una gran cantidad de películas.



Hace casi un par se semanas se celebró la entrega de los Goya. Un año más: glorificación del cine español, crítica política a la situación actual y reivindicaciones por todos lados. Nada que objetar, salvo una sola cosa: ni una autocrítica seria. El lugar donde se fabrican los sueños es el cine, desde Hollywood a la India. Ni el cine llegó con Felipe González a España ni Franco evitó que llegara con la dictadura. Una noche, en el Privè que había abierto Antonio Mantecón en la calle Villalar de Madrid, Damián Rabal me dijo que el mejor de todo aquel cine que estaba naciendo era Pedro Almodóvar. Otro genio, que estaba al lado nuestro comiendo garbanzos como nosotros, Fernando Fernán-Gómez subrayó: "No lo dudes", dijo. Les hablé de las películas "pobres" del franquismo; les cité a Berlanga, a cuando Paco Rabal no era considerado un gran actor, a los intentos, proyectos y resultados de Buñuel. Les hablé de las "españoladas". "¿Qué, acaso no te gustaban Pepe Isbert y Manolo Morán, canario?", me preguntó agrio en la madrugada Fernando Fernán-Gómez. "¡Los admiro, los admiro!", le dije de inmediato. "¡Ah, creía yo que tú...".



Me acordé entonces de los 60, mientras yo estudiaba Filología Clásica en la Complutense. Durante tres años, comí y cené en el mismo restaurante, "El azar", donde una vez al día (o almuerzo o cena) comía un genio único en España: el Groucho Marx de este país, Luis Sánchez Polack, que las pasaba negras para sobrevivir en aquella España desarrollista. Digo que era un genio porque luego pudo constatarlo todo el país, en las últimas décadas de su vida, donde sus números cómicos fueron hasta hoy insuperables. Me acordé de otros genios del cine, que además eran españoles, y me acordé del día en que unos advenedizos de la izquierda, escritorcitos a la violeta, decían a voz en grito, en la noche del "Nuevo Oliver" que el cine de García no era cine porque era de derechas, español y, por tanto, "casposo". ¡Y pensar que estos tipos llegaron, uno a dirigir Radio Nacional, y otro a ser, hasta hoy, crítico poético de emisoras institucionales! La moda para la progresía en ciernes del felipismo era Polanski y todo cuando fuera cine español era cutre y una españolada.



A mí me parece, pues, que lo mejor del cine español es que sea cine, además de ser español. El único cine nacional que defiendo es el cine argentino: un gran milagro. Con cuatro pesos, tres buenos actores, un par de directores y una buena cámara, los argentinos han conseguido un cine que parece inglés, teatralmente artístico, casi sublime. De modo que lo que menos importa, aunque sea argentino, es que sea argentino. En cuanto el cine español, lo hay espléndido, bueno, regular, malo, tullido, malísimo, subvencionado e incluso irresponsable. Lo bueno no abunda, tampoco en el cine español, casi siempre mediano por no decir mediocre y, desde el punto de vista ideológico, muy sectario, poco sensato en la industria y muy oportunista. Ya sé que el que escribe se proscribe, y que va en el oficio que la mitad de la gente no te quiera por lo que escribes. Bueno, lo siento, lo mismo pasa con el cine, y también con el cine español.