Opinión

Tahúres

Por Ignacio García May Ver todos los artículos de 'Portulanos'

8 marzo, 2013 01:00


Durante años, las industrias de la cultura española han mantenido un doble rasero económico: proteccionista y estatalista cuando se trataba de enfrentar los riesgos, y capitalista y muy privado cuando llegaban los beneficios. En un país donde la inmensa mayoría de las producciones teatrales y cinematográficas se hace con subvención, esto es, con dinero público, y que por tanto obliga a la moderación presupuestaria, han sido ciertos actores y directores famosos los que han impuesto que se les pagara según mercado. Imaginario, por cierto, ya que no se correspondía ni de lejos con los beneficios que las películas y obras de teatro en las que participaban generaban en la realidad. Pues si todos somos tan de izquierdas, ¿no podría haberse organizado el sistema a la soviética? Allí el Estado pagaba todo y garantizaba el trabajo, pero a los artistas se les daba un sueldo de funcionario, no el caché y la limusina de los millonarios. Y sin llegar a extremos bolcheviques, ¿no podríamos haber copiado el modelo británico, donde actores grandísimos cobran salarios humildes cuando trabajan para el teatro nacional o la televisión pública? Algunos profesionales de la cultura española se postulan, en este río revuelto que es el presente, como héroes de la revolución, pero eso es porque su cinismo carece de límites. Como aplican a su vida personal el mismo doble rasero que a la económica, han decidido que tienen derecho a repartir estopa a quien quieran y cuando quieran, pero que a ellos no se les puede echar nada en cara porque quien lo haga demostrará, automáticamente, ser un fascista demagogo. Es perfecto: un juego donde nunca pueden perder. Acabarán en Eurovegas.