Image: Morena y ágil

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Opinión

Morena y ágil

12 diciembre, 2014 01:00

Pablo Neruda, Haruki Murakami, Matilde Urrutia y Richard Ford

Pues sí, tal vez sea el momento de contarlo, ahora que aparecen poemas inéditos del poeta: el último amor de Pablo Neruda no fue su mujer Matilde Urrutia. Fue Alicia, Alicia Urrutia, su sobrina morena y ágil, a la que Matilde había acogido en casa como enfermera, pero que en realidad tenía de mucama. A ella le dedicó el poeta sus últimos versos de amor furtivo, siempre a escondidas de Matilde, y mira que era una mujer en alerta permanente. Pero acabó descubriéndolos, claro, y la echó de casa tan desnuda como la encontró en la cama de Pablo. Matilde sabía que la única forma de separar al poeta de los brazos de Alicia era poner distancia. Y llamó a Allende (sí, Salvador Allende) y le pidió un destino lejano para Pablo: embajador en París fue el elegido. Hay cartas y versos que cruzaron el Atlántico y documentan este último y volcánico amor de Neruda. ¿Verdad, admirado Jorge Edwards? No sé qué fue de Alicia, ni si vive aún recluida en Arica con su familia, envuelta en ese silencio inmortal e inolvidado.

Un año más, el suplemento de libros del New York Times abre el fuego de las listas con su selección de los 10 mejores del año, entre los que figura el libro de relatos de un debutante, Phil Klay; destacan las novelas de Anthony Doerr, Jenny Offill, Lily King, Akhil Sharma, y los ensayos de Roz Chast, Eula Biss, Hermione Lee, Elizabeth Kolbert y Lawrence Wright, mientras que desaparecen algunos clásicos que estaban en la primera selección de 100, como Murakami y Richard Ford. Por cierto, que entre ese centenar no aparecía siquiera un autor español, quizá porque Margaret Jull Costa aún no se ha puesto a traducir la última de Marías.

Emulando a Charlton Heston y ahora a Christian Bale, como Moisés abriendo las aguas del Mar Rojo, la distribuidra Fox tiró la casa por la ventana para la premiere en Madrid de Exodus: Dioses y Reyes. Allí había algunos dioses (de Hollywood), efectivamente, Ridley Scott y el actor americano, enfundados en sus mejores galas. ¿Y los Reyes? Había dos copias preparadas por si a última hora la Casa Real confirmaba asistencia: una en versión original (lo había pedido la Reina) y la otra en versión doblada (por si al final no iban). Hasta trajeron unos proyectores especiales desde Inglaterra para que la película se viera como nunca se volverá a ver en España. Finalmente, se vio doblada.