Arcadi Espada

Padre e hijo orinan juntos sobre los rescoldos de la hoguera y de Boyhood después de haber dormido en la tienda de campaña. Paolo Conte, en el Auditorio, canta bajito: "il gioco era mio, lucido e scaltro. Io parlo di me, di me che ho goduto". En el Tirsa, una noche de noviembre, el primer gintonic después de saber que los tenía contados. Atardecer por los alisos, yendo al propio lugar de los hechos para recitarlo: "Un pequeño rincón en el mapa de España/que me sé de memoria, porque fue mi reino". Savater, al télefono, en el peor otoño: "Coraje para vivir, generosidad para convivir, prudencia para sobrevivir". En la playa de Zahara, anochecido, alguien se levanta de la mesa y dice: "Una noche peligrosa, noche de levante en calma". A punto de irme a dormir en un hotel, descubro a un pedantuelo de 17 años que acude a su primer concierto de Paco de Lucía, y Paco de Lucía ha muerto. Tapan un hórrido túnel en Barcelona y recuperan mi infancia mejorada. Claude Lanzmann escribe: "Hay que zambullirse". Aparece Laszlo Szamosi y dice que Giorgio Perlasca le robó la vida. Bota de Palo Cortado 51, bota GF, 60 años holgados. Aparece la elegante baronesa Podmaniczky y prueba que huyó con Ángel Sanz Briz de aquel Budapest. Mataron al caballero, la gala de Medina, la flor de Olmedo: era una canción flamenca y Lluís Pasqual lo sabía. Sorolla en Madrid, siempre triunfante del desprestigio que acarrea la felicidad. El 11 de septiembre Albert Boadella diseña el acto político más bello de la democracia española. En Cádiz tuve señales claras de la vida intrauterina por la mediación en vivo y en directo de Waxi, el chirigotero. Fotos, inumerables fotos de cielos que pasan. Cada mañana el periódico trae al menos dos o tres páginas que devuelven al consumo de noticias su belleza perdida. Trufas, fue un gran año de trufas. Y Hawking. Dijo que llegaremos a saberlo todo.