Image: Cuento de Navidad

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Opinión

Cuento de Navidad

2 enero, 2015 01:00

Ignacio García May.

Érase una vez un Ministro de Cultura al que no le gustaba nada el teatro. Ebenezer Wert, que así se llamaba nuestro hombre, dedicaba su inmensa energía a inventar nuevos impuestos y normativas con los que torturar a los teatreros. En realidad, y freudianamente hablando, lo que le pasaba es que les odiaba porque ellos, a su vez, amaban a Podemos, pero no a él, y por eso era tan gruñón. Una noche, mientras estudiaba la idea de imponer dos IVAS a la vez al teatro, se le apareció Federico García Lorca. Soy el Fantasma del Teatro Pasado, dijo el de Granada, y tomando a Wert de la mano se lo llevó a través del tiempo y del espacio para enseñarle cosas hermosísimas: Lope ensayando en un corral, Buero escribiendo el borrador de La Fundación, Valle en el momento de idear Luces de Bohemia, María Jesús Valdés recitando, Jardiel riendo, y otras imágenes gloriosas. De vuelta en el despacho, Federico se esfumó y apareció en su lugar una actriz, una chiquita joven con ojos enormes. Soy el Fantasma del Teatro Presente, dijo. Y enseñó a Wert cosas no tan bonitas: actores trabajando en infames condiciones laborales, teatros infrautilizados y hasta abandonados, gentes varias que se metían en los bolsillos dineros que no les pertenecían en absoluto. Finalmente, la muchacha desapareció también y Wert, que había leído a Dickens, o por lo menos había visto alguna versión cinematográfica de la historia (hasta se acordaba de una con canciones), se sentó a esperar al tercer espectro. Pero fue en vano, porque no apareció. No podía, porque no era posible un Teatro Futuro si el Presente continuaba igual. De corazón: Feliz Año Nuevo a todos. l