Gonzalo Torné

Históricamente la escritura anónima se ha relacionado con la acción, mucho más que con el darle gusto a los sentidos o satisfacción a la mente. Ya fuese para seducir y agredir de manera privada o para denunciar y convencer en un asunto público el anonimato parecía perseguir la misma meta: mitigar la responsabilidad (legal, afectiva) de lo que uno dice. Con frecuencia con la idea puesta en neutralizar una diferencia de poder y de influencia.



Esta clase de escritura anónima no solo se ha trasladado con naturalidad a la Red sino que, como casi todo lo que pasa por ella, parece haberse amplificado. Más incierta es la salud de otra clase de escritura anónima: la vinculada a lo que se llamó la "muerte del autor", cuya versión populachera nos informaba de la inminente disolución de la autoría y la proliferación de "escrituras" ("obra" les parecía una palabra irremisiblemente asociada a la condición sospechosa de autoría) sin firma.



La Red ofrecía campos de cultivo (a precios asequibles), para "escribir" fuera de los circuitos comerciales (editorial, crítica, librería) que parecen abonar y perpetuar el "fantasma" de la autoría. Gracias al poder conectivo de la Red el futuro de la escritura anónima podía concretarse en distintas estrategias: firma conjunta, escritura en cadena, collages, reescrituras, voces colectivas…



Con independencia de la suerte corrida por el marco teórico dónde se amparaba ¿qué ha sido diez años después de la escritura anónima en la red?



Si escogemos la molécula básica (cualquier escritura sin firma) es forzoso reconocer que la Red va repleta de escritura anónima, en todos los géneros (de la novela al cuento, del epigrama al estilo confesionario) y en todos los idiomas. Todo convenientemente fraccionado: o no existen o no he sabido encontrar páginas que actúen de aglutinadoras o de referencias "inexcusables".



Los motivos por los que alguien se suma a una página colectiva de escritura anónima son muy variados. Pero si tenemos que hacer caso a los teóricos de la "muerte del autor" no deberían reducirse a meros desahogos, gestos sin continuidad y mucho menos a probaturas del propio talento a la espera de firmar con el nombre (esta estrategia equivaldría a una apostasia). Dicho de otro modo: las "escrituras" deberían poder disfrutarse o rechazarse exactamente igual que "obras" firmadas.



Con independencia de su valor o del interés que a uno le despierte esta escritura anónima cuando se llevan varias horas leyendo es casi inevitable que se despierte cierta nostalgia de la crítica (y de la criba editorial). Da la impresión de que esta enorme masa de escritura anónima ha proliferado amontonándose la una sobre la otra sin que se aplique sobre ella una inteligencia y una sensibilidad (con toda la parcialidad e injusticia que se quiera) que descarte y clasifique y proponga rutas de lectura. Claro que uno ya sabe de manera más teórica o intuitiva que una función de la crítica es dar forma a la materia sobre la que se aplica, pero es bastante impresionante comprobar en vivo que allí dónde no se ejerce se entrega toda una región (bien profusa) a la invisibilidad.



@IAjena

El gran prix de los emoticonos

Bienvenidos a Emojitracker (http://www.emojitracker.com/) una modestísima página que podría definirse como la bolsa de valores de los emoticonos. Lo que el usuario ve es una lista de emoticonos jerarquizada según su frecuencia de uso en Twitter. Hasta 845. En el momento de escribir este artículo va en primera posición "Cara con lágrimas de alegría", seguida de cerca por "Gran corazón", y "Cara sonriente con ojos en forma de corazón". La última plaza es para "maletas" en cerrada disputa con "teleférico de montaña". De lo que podría inferirse que en Twitter reinan el amor y la alegría, tanto como escasean los alpinistas. La página permite seguir en directo el uso que se le está dando a cada dibujito y también de instrucciones (particularmente molestas) para no cometer errores al emplearlo. Una oportunidad para reflexionar sobre las estadísticas sin apenas utilidad y el delirio competitivo. Eso, o empezar a tomar partido por un emoticono ("notas musicales múltiples"; "cara sonriente con cuernos magenta") y contribuir, en la medida de las posibilidades de cada uno, a que escale posiciones en la lista. Ánimo.