A pesar de La chica del tren, de Paula Hawkins, de Grey y del ruiseñor racista de Harper Lee, son muchas las editoriales que confían en salvar la cuenta de resultados en otoño porque 2015, sin ser el peor, tampoco está siendo un gran año. De ahí, por ejemplo, que este octubre coincidan en librerías novelas de muchos de los que suenan año tras año como futuros Nobel, de Murakami (Escucha la canción del viento y Pinball 1973, Tusquets) a Don de Lillo (Fin de campo, Seix Barral); de Margaret Atwood (Nada se acaba, Lumen) a Amos Oz (Judas, Siruela); de Salman Rushdie (Dos años, ocho meses y veintiocho noches, Seix Barral) a Lobo Antunes (Comisión de las lágrimas, Random House). Lástima que sólo pueda quedar uno. O ninguno.



El "Chapo" no sólo tiene quien le escriba (Don Winslow) sino quien le ruede, nada menos que Ridley Scott. Al parecer, el cineasta se ha comprometido con la Fox para rodar la adaptación del bestseller The Cartel, de Winslow, inspirada en la vida del narco y que revisa una década de narcotráfico, de 2004 a 2014, incluida la primera fuga del capo en 2001 en un carrito de lavandería. Promete, aunque lo de asistir al estreno podría convertirse en un deporte de riesgo, por eso de los túneles bajo el cine si el narco decidiera ser el primero en verse en pantalla.



El director estadounidense Davis Guggenheim vuelve al documental comprometido con Él me llamó Malala. Estén atentos al creador de Una verdad incómoda, Esperando a Superman o A todo volumen porque esta vez nos mete en la lucha de la Premio Nobel de la Paz paquistaní Malala Yousafzai, atacada y perseguida por los talibanes por reivindicar la educación para las mujeres. Desde su relación con su padre Ziauddin a los elocuentes discursos en la ONU, el director explora la naturaleza de esta heroína que resiste los embates del fanatismo.



Alexander Pereira, sovrintendente de la Scala, está cerrando el cerco sobre Muti. Parece empecinado en ficharle de nuevo para el templo milanés, donde ejerció como director musical entre 1986 y 2005 y de donde salió enfrentado con un sector de la orquesta titular. Pereira fue a ver su Falstaff en Ravenna. Esperó al final de la función y luego charlaron amigablemente. Muti, bromista y enigmático, comentó a los periodistas: "Habéis visto que ha venido a verme... ¿Quién sabe?"