Una luz fugaz
Resulta sospechoso lo ocurrido en Francia con 2084, la primera novela del argelino Boualem Sansal, un remedo del 1984 de Orwell que ha arrasado entre los lectores (lleva casi 200.000 ejemplares vendidos) y que denuncia que la dictadura islámica del ISIS es ya una amenaza real. Sansal cuenta con el apoyo del huidizo Houellebecq, pero la polémica la ha suscitado la no inclusión del libro entre los candidatos al Goncourt, que se daba por segura. Los medios culturales no han dudado en tachar al jurado de cobarde, y éste, presidido por el legendario Bernard Pivot, niega la mayor y solo habla de escasa calidad.
Afinen la puntería, que la cuenta atrás de Barcelona Negra, la cita criminal que organiza Paco Camarasa, ha comenzado. Hoy mismo sabremos el programa, que este año tiene una estrella clara, la norteamericana Donna Leon, que abandonará su refugio veneciano para recibir el premio Pepe Carvalho y, de paso, presentar Las aguas de la eterna juventud, su novela número 25 del brazo del comisario Brunetti.
En la nueva entrega de las memorias del científico Richard Dawkins, Una luz fugaz en la oscuridad (Tusquets), volvemos a encontrarnos algunas de sus polémicas exposiciones públicas. Entre otras, la "puñalada" que le propinaron en un documental al tergiversar su ironía cuando le preguntaron por la posibilidad de que la vida en la Tierra ‘pudiera' haber obedecido a un designio inteligente. Al bueno de Dawkins no se le ocurrió otra cosa que decir que podría haber sido "sembrada por alienígenas". Y cuenta que aún le mandan tuits como: Dawkins, el hombre que no cree en Dios pero sí en hombrecillos verdes.
La interpretación de Verdi genera enconadas controversias. Ricardo Muti lleva años denunciando adherencias e impostaciones sobre sus pentagramas. En medio de ese conflicto cobra especial interés acudir a las fuentes originales. Algo que no pone fácil el enredo hereditario en que se encuentra su legado. En la Villa di Sant'Agata (Piacenza) hay un baúl con más de 5.000 páginas de esbozos y apuntes del maestro. Pero sus descendientes, a la gresca desde hace años, lo mantienen alejado de estudiosos y directores. Algunos se malician que quieran subastarlo. Otros sospechan que ya esté rumbo a Suiza. Quizá es el momento de que tercien las autoridades culturales italianas.