Louise Penny, Emmanuel Carrère, Andrés Lima, Michael Haneke

¿Desmemoria o crisis de originalidad? Acabo de recibir Bury your dead, de Louise Penny (Salamandra), que la editorial ha traducido como Enterrar a los muertos, igual que esa gran novela de Ignacio Martínez de Pisón que me parece que no han leído. Es también reciente el caso de Cicatriz, de Juan Gómez Jurado, que llegó a las librerías a rebufo de la inquietante y celebrada historia de Sara Mesa. Uno, que ya es viejo, no cree demasiado en los azares. Y más cuando está inmerso en un libro cuyo título trae resonancias cinematográficas: Las cosas que perdimos en el fuego, los cuentos de Mariana Hernández, que nada tienen que ver con el filme de Susanne Bier. Abogo por intentar batir el récord de las al menos nueve veces que han utilizado el título de El ángel caído Harold Bloom y Per Olov Enquist, entre otros.



Ya es oficial: los productores de la serie Gomorra preparan otra basada en la exitosa tetralogía de Elena Ferrante. Tendrá treinta y dos episodios, ocho para cada una de las novelas, y aunque aún no es oficial quiénes encarnarán a Lila y Elena a lo largo de los cincuenta años que transcurren desde el final de la segunda guerra mundial hasta nuestros días, sí está confirmado que la misteriosa autora napolitana colaborará en los guiones. No es la única obra literaria que la productora Wilside tiene entre manos: acaban de conseguir los derechos de Limonov, la espléndida novela de Emmanuel Carrère, y también el francés será el guionista, mano a mano con el oscarizado Pawlikowski.



Lo dijo Woody Allen: la comedia es tragedia más tiempo. Parece que en el Teatro de la Ciudad lo saben bien y han dejado pasar unos meses de la eclosión de sus tragedias griegas en la Abadía (Antígona, Edipo Rey y Medea) para cambiar el registro. Andrés Lima ha puesto en marcha un taller de investigación dedicado a la comedia. Por él circularán Muchachada Nui, Millán Salcedo, el payaso Tortell Poltrona, Pepe Viyuela...



El enigmático Michael Haneke volverá a rodar, esta vez en el norte de Francia con Jean-Louis Trintignant e Isabelle Huppert, que ya trabajaron para el director austríaco en Amour. La película se llamará Happy End y contará la historia de una familia burguesa que, como diría Machado, "desprecia cuanto ignora".