Gonzalo Torné

Incluso quienes no tienen Internet habrán oído hablar de los trending topic aunque solo sea por lo contentos que se ponen los presentadores de televisión cuando se enteran de que el programa que tienen a cargo se ha aupado a la lista codiciada (aunque dada su capacidad de proyección y arrastre lo que de veras debería ser noticia es cuando no lo consiguen).



El asunto no tiene secreto: se trata de un listado cambiante de lo "más presente" (sobre lo que más se habla y se escribe) en Twitter, un equivalente más movido y mutante de las listas de libros más vendidos. La lista se puede (o se podía hace unos meses) personalizar; en mi caso me he inclinado por que me informen preferentemente de las "tendencias" de mi ciudad, en el recuerdo (y probablemente en la ilusión) de que la programación televisiva solía ser más audaz y arriesgada cuanto más local era. Twitter también permite que se nos informe de tendencias "personalizadas", pero el resultado es un despropósito apenas descriptible.



Pues bien, después de un estudio que he llevado a cabo (más impresionista que científico) estoy por concluir que en lo que atañe a 'tendencias' vamos decididamente a peor. No solo ha crecido la tendencia a replicar de manera puntual las noticias que son portada en los periódicos y con el que se abren los telediarios (que en las redes sociales vemos desangrarse en un reguero de opiniones indocumentadas y bromas que se propagan como ecos, y que con un poco de mala suerte terminan condensándose en algún insufrible meme), sino que la lista empieza a ser asediada también por publicidad más o menos encubierta, por intenciones políticamente correctas (una manada organizada de pelmas, ¿qué otra clase de gente podría ser la responsable?, consigue cada día filtrar en la lista un rutinario "FelizLunes" o "FelizJueves"), y por un borboteo incesante de aniversarios que atacan desde todos los puntos cardinales: los años que hace que se murió el personaje, el cumpleaños que celebraría si siguiese vivo, los años que publicó tal libro o grabó tal canción o se estrenó aquella película tan divertida que...



En puridad la lista de tendencias es casi insoportable.



Lo sangrante del caso es que entre la gente que sigo (una experiencia que sin duda será común al resto de usuarios) se dan conversaciones, debates y bromas sin apenas relación con las atorrantes tendencias del día. Imagino que operaran ocultos intereses económicos (aunque lo de repartir beneficios no parece que sea el fuerte de Twitter) para que se nos emplace a consultar 'tendencias' generales, pero igual tendría mayor interés ofrecernos la posibilidad de ver sobre qué han estado charlando (o elogiando o poniendo a caer de un burro) los usuarios con los que sentimos afinidad o por los que sienten afinidad otros a los que nos hemos comprometido a seguir.



Se me ocurre que si se pudieran acumular los resultados la dichosa lista se podría emplear como una suerte de diario (o acta) de los propios intereses digitales. Sea como sea, se le tendría que cambiar el nombre y rechazar de pleno ese altisonante 'tendencias' que tantas veces actúa como un indicador del ruido que hacen los medios y las empresas más decididas, y cuya utilidad tantas veces se diluye en un almanaque de asuntos que nos importan un bledo.



@gonzalotorne

Recuerdos digitales

No pasa una semana sin que se cierre una "tienda emblemática" en las principales ciudades del mundo, y también en las medianas y en las pequeñas. El principal motivo parece ser el exponencial aumento de los alquileres allí donde las empresas mastodónticas (ropa, perfumería, adminículos electrónicos...) deciden asentar sus reales, una 'tendencia' que se antoja bien complicada de invertir. Quizás no sería mala idea, a la vista de las sentidas lamentaciones que siguen a los cierres (y el repentino deseo de haber comprado algo que dejamos pasar hace unas semanas), levantar algo así como testamentos digitales. Imagino una 'página' que no se limitase a ser un directorio de tiendas fantasma (o una colección de lápidas), sino que permitiese visitas digitales y en tres dimensiones a estos lugares tan emblemáticos que han terminado asfixiados por las exigencias del capitalismo. Y si no se quiere caer en la pura nostalgia el internauta podría incluso adquirir, mientras quedasen existencias, algunos de los productos en venta. De ser así la página (a la que solo le veo ventajas) podría llamarse 'últimas compras'.