Gonzalo Torné

El "hilo de Bartual" ha sido la sensación del verano, una prolongada ficción de intriga protagonizada por el propio Bartual en una ristra de tuits, que le ha valido más de 300.000 seguidores y una fabulosa atención mediática. También ha convocado a un enjambre de Linneo de ocasión, decididos a clasificarlo de manera conveniente. ¿Novela? ¿Tuit-literatura?



Da igual. Lo interesante es que en el "hilo de Bartual" se aprecian cuatro aspectos combinados de manera novedosa (al menos a esta escala). Primero: la elección de la fecha, verano y un montón de tiempo libre por delante; segundo: Bartual combina la intriga (el truco elemental para pasar páginas) con la curiosidad compulsiva de las "notificaciones digitales", un combo invencible; tercero, se tomó muchas molestias por acompasar el tempo del relato con el tiempo que tardaría en publicar los tuits si lo narrado le estuviese pasando de veras. Estos tres rasgos (más los videos, las fotografías...) acercan el "hilo de Bartual" al happening, pensado para "experimentarlo" en directo; lo que compromete tanto la lectura en frío como la relectura. La fiesta se puede contar, pero no hay nada como vivirla.



Un cuarto rasgo lo relacionaría con el carácter documental de cualquier "hilo" que en una sucesión de tuits levanta acta de una vivencia. De manera que el "hilo de Bartual" tiene algo de falso-documental. Pero por lo menos hay tres clases de ellos: primero, la ficción que adopta la apariencia del documental, el Zelig de Allen, donde los espectadores son conscientes de la clase de juego sofisticado que se les propone; el segundo sería el clásico documental magufo donde tratan de demostrarnos que el cambio climático no existe o que el hombre no pisó la luna: aquí hay una deliberada voluntad de engaño, y se emplea el documental como una suerte de disfraz de verosimilitud y prestigio; el tercero sería el truco de magia: donde no hay voluntad expresa de engaño (aunque alguien pueda creer que el mago levita de veras) pese a que el encanto reside en prolongar la atmósfera ambigua de la ilusión. Un gran artista como Fontcuberta trabaja de alguna manera en esta línea, y creo que es aquí donde el "hilo de Bartual" encaja mejor: un "truco" tan cuidado que arrastró a miles de seguidores a preocuparse por su salud o al menos a dudar.



He leído que a Bartual le gustaría convertir su "hilo" en una serie o en una película, ojalá tenga suerte. Puestos a especular creo que una mera adaptación del "contenido" pese a ser una "buena historia de intriga" desaprovecharía sus méritos más singulares. Lo que a mí me gustaría ver, vamos, es un falso-documental (de la clase Zelig) donde se incorporase al propio Bartual pergeñando su happening, calculando las horas de espera entre tuit y tuit; que reflejase la aproximación de los seguidores, la ávida consulta compulsiva de novedades, la alegría de encontrar una distracción gratuita e inteligente en el desierto veraniego; las reacciones de los envidiosos, las de los pelmas y la solicitud de los medios; cómo el proceso afecta a un Bartual con trescientos mil seguidores y convertido en el centro de discusión cultural del curso por despegar. Un documental así equivaldría a "dramatizar la ilusión", y quizás le haría más justicia al adictivo "hilo de Bartual".



@gonzalotorne

Así te sigan...

Según dicen en China circula el siguiente refrán: "Dios te conceda años interesantes". A saber lo que significará en aquel milenario contexto cultural pero en Occidente suena como un familiar cercano del paradójico (y un tanto cenizo) verso de Oscar Wilde: "Cuidado con tus deseos no vayan a cumplirse". El profesor Jordi Sánchez Navarro (@jordisn) ha inventado la versión digital: "Así te sigan 400.000 personas en Twitter", que además tiene la ventaja de ser un lema arrojadizo: una maldición. Más allá de poner de manifiesto la imperiosa conveniencia de desarrollar un refranero adaptado al territorio cultural de la Red, ¡qué gran verdad! Por mucho que el objetivo más o menos confeso de todas las cuentas sea engordar el número de seguidores menudo guirigay para el hombre o la mujer corriente, educado y simpático gestionar a un número tan desorbitado de espectadores y solicitantes; cualquiera no se desborda y termina refugiándose en su casa. Por cerrar más o menos como hemos empezado parece que también se ajusta al "entorno digital" aquel conocido aserto griego: "De lo mejor, con medida".