No está siendo un mal año para las librerías que apuestan por la mejor literatura, como muestran las recientes inauguraciones de El Escondite en Bilbao y El Faro de los Tres Mundos en Santiago de Compostela, mientras la madrileña Cervantes y Cía acaba de iniciar nueva etapa de la mano de dos editoras y traductoras, Marina San Martín (Silex) y Raquel Vicedo (Sexto Piso). También sigue creciendo La Casa del Libro, con nuevas casas en San Sebastián, Murcia y Albacete. Y sí, Patria sigue en cabeza de casi todo...

Qué rara es la lista de las 100 mejores instituciones artísticas del mundo que ha publicado artfacts.net... No es extraño que el Reina Sofía aparezca en el puesto 18, ni que el IVAM lo haga en el puesto 36 (con Jose Miguel G. Cortés al frente el centro valenciano ha subido como la espuma), ni que por debajo estén el CGAC de Santiago, el ARTIUM de Vitoria o el MACBA de Barcelona (en ese orden), pero que aparezca el MARCO de Vigo en el 86 cuando, desgraciadamente, ya no es ni sombra de lo que fue... En todo caso, enhorabuena a nuestros museos porque en la lista de artistas vivos solo hay un nombre español: Santiago Sierra, en el puesto 90.

Hacienda le complicó la vida al Teatro Real con la limitación de las desgravaciones fiscales a los eventos culturales. Pero el coliseo capitaneado artísticamente por Joan Matabosch ha demostrado una ejemplar capacidad de autofinanciación. La venta de entradas y los patrocinios suponen ya un 75% de su presupuesto y, además, en 2017 aportó más de 66 millones al PIB de Madrid y casi 1.500 puestos de trabajo. Para que digan que es un bien superfluo...

El proyecto de Teatro para la Inclusión que creó, hace ya un par de años, la dramaturga Paloma Pedrero, necesita la mirada atenta y consecuente de programadores y políticos. Porque es un bello y buen proyecto teatral, porque la compañía de actores la forman inmigrantes y "caídos del cielo" para los que el teatro es más que un hogar, porque ¿ese interés por refugiados y otras gentes en exclusión social es acaso palabrería hueca? Los actores de Una guarida con luz, última obra de Pedrero, no tienen dónde representar, ni dónde ensayar. ¿No hay, Matadero, un pequeño local para ellos?