LIBRERÍA. Después de quince años, es estupendo que Trama haya editado Shakespeare and Company (1959), las memorias de la librería homónima escritas por su fundadora, la norteamericana Sylvia Beach (1887-1962). Por el libro, una gozada, desfilan, con James Joyce a la cabeza, un buen puñado de escritores célebres (Pound, Gide, Scott Fitzgerald, Valéry, Dos Passos, Barnes, Wilder…), todos ellos clientes de Beach. Woody Allen sacó la librería en su irritante Midnight in Paris (2011), pero la que sale en la película, a orillas del Sena y frente a Notre Dame, no es la sede histórica que abriera Sylvia Beach –tras un breve escarceo anterior– en el número 12 de la rue de l’Odéon, a un paso de los Jardines de Luxemburgo, sino la que, con el mismo nombre, abriría el también norteamericano George Whitman en 1951. La librería de la rue de l’Odéon cerró en 1941 por las represalias de un oficial alemán al que la librera se negó a vender un ejemplar de Finnegans Wake. Sylvia fue internada por los nazis durante seis meses en un campo de prisioneros.


SUCIO. Tres años después, en los días de la Liberación de París, Beach, que había vuelto a vivir en el piso de encima de su clausurada librería, escuchó gritos procedentes de la calle: "¡Es Hemingway! ¡Es Hemingway!". Descendió corriendo, y un Hemingway "sucio y ensangrentado", dice, "me cogió, me hizo dar varias vueltas en el aire y me besó". Hemingway quiso saber si podía hacer algo por ella y por su novia y socia Adrienne Monnier (1892-1955). Ellas le dijeron que había francotiradores nazis por los tejados de su casa. Hemingway mandó bajar de sus jeeps a sus acompañantes y subieron todos a los tejados. Se escucharon disparos. Hemingway volvió a bajar y, según Sylvia, se despidió diciendo que se iba a "liberar el bar del Ritz". Esa frase del siempre bebedor Hemingway es ya leyenda.

La francesa Adrienne Monnier, que tuvo su librería, "La Maison des Amis des Livres", en el número 7 de la misma calle, desde 1915 hasta 1951, cuenta la misma escena en su también libro de memorias Rue de l’Odéon (Gallo Nero), editado póstumamente después de su suicidio en junio de 1955, aquejada de la Enfermedad de Ménière. En Rue de l’Odéon, libro igualmente apetitoso y pródigo en anécdotas de los mismos y de otros grandes creadores, Monnier precisa la fecha de la "liberadora" llegada de Hemingway –el 26 de agosto de 1944– y diverge en algún detalle del relato de su amiga. Dice que el escritor había llegado en cuatro vehículos –que no eran jeeps, aclara– con 16 hombres; que había venido combatiendo con ellos desde Bretaña hasta París y que ya el día anterior habían tomado el Hotel Ritz al asalto y se habían instalado en las mejores habitaciones. Dice que ellas les ofrecieron vino y que ellos –salvo Hemingway y otro– rehusaron tomarlo. Sylvia y Adrienne coinciden en que Hemingway les pidió un jabón para lavarse la camisa.

Reedición de 'Shakespeare and company', las memorias de Sylvia Beach sobre su librería 


HERIDAS. Shakespeare and Company se inicia con una cita de Hemingway sobre Sylvia –…"Tenía las piernas bonitas y era amable y alegre (…) Nadie me ha ofrecido nunca más bondad que ella"–, extraída de París era una fiesta (1964), donde el escritor le dedica un capítulo. Sylvia –por cierto, vivió seis meses en España en 1916– se deshace en elogios hacia Hemingway: su mejor cliente, buen padre, magnífico escritor, su compañía era siempre apasionante, le ayudó en su publicación de Ulises de Joyce y a introducir el libro en Estados Unidos…Y recuerda el día en que se conocieron en su librería a finales de 1921: Hemingway le preguntó si quería ver sus heridas de guerra en el frente italiano (1918) y, casi sin esperar respuesta, se quitó los zapatos y los calcetines y le enseñó sus "terribles cicatrices". David Sandison, uno de sus biógrafos, dice que el impacto a un metro de un proyectil de mortero le produjo 237 heridas en las piernas.