Esencial. Los retretes públicos y privados y la importancia de la oscuridad y la penumbra en la cultura japonesa ocupan una extensión relevante en el ya clásico Elogio de la sombra (1933), el breve libro del novelista y ensayista Junichiro Tanizaki (1886-1965), del que Siruela publicó el pasado año su edición número 45, que se dice pronto.
El libro trata de otros varios asuntos –el papel, los objetos, los utensilios decorativos, el teatro, la comida, la casa, la ropa, la iluminación…– relacionados con la espiritualidad y la búsqueda de la belleza en el modo japonés tradicional de vivir y, hace casi ya cien años, apuntaba con melancolía, compatible con aceptar la bondad de cierto progreso, a la inevitable occidentalización de lo oriental.
Los retretes y las sombras, al modo enunciado y glosado por Tanizaki, tienen un protagonismo esencial en la excepcional Perfect Days (2023), de Wim Wenders, buen conocedor de Japón a través de su admiración –Tokyo-Ga (1985)– por el cine de Yasujiro Ozu (1903-1963) –se están reestrenando películas suyas–, quien, a su vez, fue un ferviente lector de Tanizaki.
Tanizaki escribió que es en los retretes públicos donde la arquitectura japonesa ha alcanzado el colmo del refinamiento
La película sigue cada día al solitario y silencioso Hirayama, que trabaja limpiando meticulosamente los retretes públicos de Tokio, de los que Wenders muestra –el filme tiene también un tono documental– una muy curiosa selección. Un colega joven, muy sin fundamento, se extraña de que Hirayama ponga tanto empeño y tanto mimo en limpiar los retretes.
Tanizaki escribió que es en los retretes públicos, especialmente en los de los proliferantes monasterios, “donde la arquitectura japonesa ha alcanzado el colmo del refinamiento” y que están concebidos “para la paz del espíritu”, subrayando su “absoluta limpieza” y su ambiente de “silencio” y que desde su interior puede contemplarse, mientras uno está a lo suyo, “el azul del cielo y el verdor del follaje”.
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Penumbra. Tanizaki era partidario, para los retretes –incluidos los de las casas particulares situados en el jardín–, del uso de la madera en los suelos, en las paredes y en la taza, y ya se lamentaba de los brillos de la porcelana blanca y de las palancas y pulsadores metálicos de las cisternas que se abrían paso en su época y distraían de la conexión con la naturaleza y el encuentro con uno mismo. También deploraba su fuerte iluminación –manía occidental, decía–, aconsejando la atmósfera penumbrosa que también le parecía propia de las casas japonesas.
La casa del buen limpiador –y buenísima persona– Hirayama, ciertamente, siempre está en penumbra, acaso iluminado su dormitorio por un simple flexo cuando lee antes de dormir. Él mismo ha optado por vivir en una penumbra vital, según iremos conociendo poco a poco, sin duda debido a una o varias fracturas en su vida anterior.
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Sol. Después de los títulos de crédito finales, aparece en pantalla una explicación de la palabra japonesa komorebi, que viene a ser la luz del sol que se filtra entre las hojas de los árboles. Esa luz genera, lógicamente, sombras y contraluces. Hirayama, cada día, fotografía con su cámara analógica, durante una pausa para almorzar en el parque, esos juegos de luces y sombras que provocan los rayos del solj al colarse entre los árboles.
Wenders nos muestra también como cada noche Hirayama accede al sueño a través de unas imágenes de su día distorsionadas y– luces y sombras– grises. Y la propia película termina prácticamente cuando Hirayama y otro personaje juegan, como los niños, a pisarse sus respectivas sombras, no sin antes reflexionar sobre si dos sombras superpuestas adquieren en el suelo más oscuridad que una sola.
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Tanizaki se preguntó en su libro: “¿Pero por qué esta tendencia a buscar lo bello en lo oscuro sólo se manifiesta con tanta fuerza en los orientales?”. Para Tanizaki, los occidentales nunca hemos experimentado “la tentación de disfrutar con la sombra”. Con el enigma de la sombra en el que vive el feliz Hirayama y en el que transcurre Perfect Days, que invita con Nina Simone y Feeling Good a vivir cada nuevo día como una nueva vida.