Hugo O'Donnell
De la Real Academia de Historia
Callen barbas y hablen cartas
A principios de este año, la pretensión del gobierno portugués de incluir la primera circunnavegación al mundo en el listado de candidatos a la consideración de Patrimonio de la Humanidad que dictamina la UNESCO, con ocasión de su quinto centenario, considerándola como fundamentalmente portuguesa – “volta ao mundo de Fernão de Magalhães”– produjo estupor en el mundo académico y gran desazón en la opinión española.
La preterición del verdadero protagonista, Juan Sebastián Elcano, no era inocente, ni tampoco la recuperación de Magallanes para el santoral histórico portugués, lo que rompía con una larga tradición historiográfica iniciada por el gran Camoens, que le consideraba convicto de huma grande treyçao. Una posterior componenda entre España y Portugal de hacer conjunta la solicitud con el nombre Ruta Magallanes-Elcano, pretendió paliar la impostura, definiendo la gesta como una joint venture, la descripción empresarial que define el producto comercial de dos esfuerzos aunados. Que no se trataba de una mera y desafortunada licencia literaria lo probaba la declaración dogmática de haber sido una empresa “iniciada por el marino portugués Fernando de Magallanes (1519) y finalizada por el español Juan Sebastián de Elcano (1522)”, tras la muerte del primero en Filipinas. Designio al que Portugal aportaba el actor principal, España los medios, y el destino el aventurero casual y afortunado que la culminó.
Por más elementales, probados documentalmente, y repetidos, que sean los argumentos en contra, nos permitimos enumerar algunos, muy abreviados.
"Portugal no puede apropiarse de una empresa a la que se opuso diplomática y militarmente, ni en todo ni en parte. El plan de Magallanes no era dar la vuelta al mundo"
–El Magallanes de 1519 era un castellano por voluntaria elección que prestó a su rey, Carlos I, pleito-homenaje y le rindió vasallaje según uso y fuero de Castilla, cruzando su pecho con la banda roja y la insignia de la orden de Santiago, reservadas a los españoles. Por si fuera poco, al instituir mayorazgo en Sevilla, antes de partir, impuso a sus herederos portugueses españolizar su nombre y vivir en Castilla.
–Portugal no puede apropiarse de una empresa a la que se opuso diplomática y militarmente, ni en todo ni en parte. El plan de Magallanes no era el dar la vuelta al mundo, lo que sus capitulaciones prohibían, sino encontrar el buscado Paso a la Mar del Sur y formalizar trato con los régulos locales, dando una nueva vía de salida al comercio especiero, convencido acertadamente de la intercomunicación oceánica y, erróneamente, del menor tamaño del globo, lo que hubiera otorgado Ternate y Tidore a España.
–La decisión de abrir una nueva ruta Timor - Cabo de Buena Esperanza y, en consecuencia, de acabar rodeando la Tierra, fue de Elcano y los suyos. Los tripulantes de la Trinidad, más respetuosos con las instrucciones, arrumbaron al Norte, y estuvieron a punto de arribar a las costas mexicanas, si hubieran alcanzado la corriente del Kuroshio. Cuando el cronista Pigafetta expresó lo de “dimos la vuelta al mundo entero”, se refería a quienes, como él, lo habían consensuado así, dejando definitivamente fuera a Magallanes y a Portugal.
João Paulo Oliveira e Costa
Historiador, Director de CHAM - Centro de Humanidades
Mitos y certezas de una gesta
La expedición de 1519-1522, concebida y comandada inicialmente por Fernando de Magallanes y concluida por Juan Sebastián Elcano, es un hito extraordinario en la historia de la humanidad, pues representa el fin de la primera fase de los descubrimientos, que había sido iniciada en 1434 por Gil Eanes bajo el impulso del infante Don Henrique (1394-1460). El viaje de 1519-1522 reveló que era posible navegar alrededor del Nuevo Mundo por el sur, y que al otro lado había un enorme océano demostrando que las aguas predominaban en la superficie de la Tierra. Además, los navegantes que regresaron a Sevilla completaron el primer viaje de circunnavegación del mundo. El impacto de estos descubrimientos fue enorme y perdura en nuestros días, pero el nombre asociado con la expedición en todo el mundo es el de Magallanes. Elcano, el comandante de los heroicos sobrevivientes, nunca fue más admirado que él.
Se entiende así que los portugueses, a lo largo de los siglos, hayan exaltado a su compatriota: por un lado seguían una especie de vox populi universal y, por otro, se remitían al hecho indiscutible de que la mayor experiencia de los navegantes portugueses contibuyó decisivamente a los grandes éxitos de la expedición. Admirando la figura del comandante pertinaz, tan obstinado y decidido a llevar a cabo su sueño, incluso habiendo superado una rebelión a bordo, la mayoría de los portugueses siempre consideró a Magallanes como un héroe nacional, incluso siendo conscientes de que el navegante alcanzó la gloria al servicio de la corona de Castilla. Éste es desde hace siglos el registro popular de una figura que pronto obtuvo contornos legendarios que la aíslan de la realidad de su tiempo, borrando tanto la traición a Portugal como la conexión con Castilla.
Cabe señalar, sin embargo, que la historiografía portuguesa actual está desconectada de esta visión legendaria. Ya en 1973, los historiadores de los dos países peninsulares se unieron y produjeron un volumen magnífico (A viagem de Fernão de Magalhães e a Questão das Molucas, Lisboa 1975) en el que la verdad histórica se sobrepone a la tacañería de los egoísmos nacionales . Yo mismo, siendo el coordinador y coautor del trabajo general más reciente sobre el Imperio portugués (História da Expansão e do Império Português, Lisboa 2014), atribuyo a Magallanes solo un párrafo, interesándome únicamente por el proceso que llevó al Tratado de Zaragoza en 1529, precisamente porque su viaje es un tema de la Historia de España y no de Portugal.
"El nombre asociado con la expedición en todo el mundo es el de magallanes. Juan Sebastián Elcano, el comandante de los heroicos sobrevivientes, nunca fue más admirado que él"
En resumen, la mitificada versión que existe de Magallanes en Portugal es un exceso, similar, por ejemplo, al de quien imagina a Cristóbal Colón como el iniciador de los descubrimientos en 1492, ignorando las seis décadas anteriores de navegación portuguesa. Pero estos mitos no son transmitidos por los historiadores. Por todo lo dicho, me complace unirme a un equipo lusoespañol que está preparando una exposición conjunta sobre el evento, cuyo objetivo es precisamente demostrar que el éxito de la expedición Magallanes-Elcano fue el resultado de las contribuciones simultáneas y complementarias de Portugal y Castilla.