Ainhoa Arteta

Soprano

Voces cum laude

La cuestión no es que haya pocos nombres españoles en nuestros teatros. En los únicos donde falta presencia española, especialmente en los grandes títulos, es en el Liceo y en el Teatro Real. Sí podemos encontrarlos en papeles o repartos secundarios. ¿Por qué? Me lo he preguntado en infinidad de ocasiones. No quiero pensar mal. ¿Serán intereses de agencias y programadores? No lo sé con certeza. Una respuesta podría ser que los cantantes no tenemos la calidad que deberíamos tener, según “ellos”, para estos teatros. Me atrevo a poner en duda esto último porque ya encontramos nombres españoles en los mejores teatros del mundo. Otra cuestión podría ser la existencia de ciertos prejuicios. También sobre esto he pensado mucho. He constatado que en los segundos repartos y en montajes en los que cantan españoles están a la misma altura –o incluso mejor– que las primerísimas figuras que traen de fuera. En el Teatro de la Zarzuela, por ejemplo, no existe ese prejuicio y están saliendo las cosas bastante bien.

"Es necesario establecer cuotas como en Italia, Francia, Inglaterra y Alemania. Los teatros de estos países tienen un mínimo de contratación de un 30 por ciento, que tiene que ser del país"

Veo necesario establecer cuotas como lo hacen en Italia, Francia, Inglaterra y Alemania. Sabemos que somos un país de la Unión Europea pero los teatros de estos países tienen un mínimo de contratación de un 30 por ciento que tiene que ser del país. Aquí no pasa esto. Siempre pienso en los casos del Liceo y el Real. No quiero meter en el mismo saco al resto de los teatros españoles. Ambos son dos plataformas importantísimas en el ámbito internacional, por lo que si vienen de fuera a ver sus funciones y observan que a los españoles solo les dan papeles secundarios o los ponen en segundos repartos podemos imaginar lo que pensarán. Hay que tener en cuenta que el panorama de voces españolas es de sobresaliente. Cum laude. Existe en estos momentos una escuela de canto muy importante donde los españoles están destacando especialmente. En los últimos años se ha hecho una gran labor tanto en canto como en músicos. Así las cosas, en estos grandes teatros debería haber programas de artistas que se formen en sus dependencias como lo hace el Metropolitan, del que han salido grandes figuras. Sería incluso un aliciente para ellos ser precursores de grandes artistas que luego triunfen en otros teatros del mundo.

En este panorma creo además que los programadores están bastante confundios en cuanto a ciertas obras y ciertas voces. Está de moda poner nombres jóvenes. Ni que decir tiene que no tengo nada contra estos colegas pero hay obras que son de un cierto calado y de una profundidad determinada. Obviamente las notas las tienen pero no significa que den la madurez vocal y emocional que necesitan esos roles. Existen muchos directores de teatro que no saben de voces y que se guían por influencias o por modas. Esto hace mucho daño al público, que tiene que saber qué tipo de cantantes son capaces de interpretar estos papeles. No sé, por tanto, si falta rigor en la ópera actual, pero sí criterio. Cuando empecé mi carrera escuchaba a los más grandes (que pasaban de los 45 años). Ahora pasa lo contrario. Se desaprovechan buenísimas voces de cierta edad para apostar por nombres nuevos.

Gonzalo Alonso

Crítico musical

El talento, entre agentes y comisiones

Con frecuencia generalizada, cada vez que alguno de nuestros principales teatros líricos presenta su temporada, surge una pregunta/observación: ¿dónde están los cantantes españoles? No es sólo un hecho en nuestro país. En Italia se creó hace años una asociación de cantantes que quisieron imponer en los repartos los artistas oriundos. La célebre mezzo Fedora Barbieri fue una de sus activistas más destacadas. Algunos aún recordamos un Trovatore en Nápoles con Montserrat Caballé. A ella nadie podía ponerla reparos en un reparto, pero sí sucedió con el Manrico del menos famoso rumano Ludovic Spiess, años después ministro de Cultura de su país. Tuvo que soportar un abucheo inmerecido hasta que nuestra soprano paró la función para dirigirse al respetable, poco respetable, y reprocharles lo injusto que estaba siendo con el tenor por el solo hecho de ser extranjero..

"Explicaciones, que no justificaciones, haylas. nada de cuotas, sólo valía, pero cuando ésta existe habría de imponerse o, al menos, considerar seriamente la solución española"

Cierto es que muchas de nuestras celebridades han tenido que salir fuera de España en sus inicios para hacerse la carrera y sólo siendo ya figuras han sido reclamadas en su tierra. Es el caso de Pilar Lorengar, Teresa Berganza o la misma Montserrat Caballé. Esto también ha sucedido más recientemente. Recordemos los casos de María José Montiel o Gabriel Bermúdez. Muchos conocemos la desesperación de nuestros cantantes por lograr un agente que los represente. Todos sabemos que es muy difícil encontrar artistas españoles para los papeles de Nabucco, Macbeth, Otello o Don Alvaro, por citar sólo cuatro personajes verdianos, y por tanto es lógico que sean entregados en nuestros teatros a extranjeros. Otra cosa es que en títulos llenos de secundarios figuren nombres nada latinos, lo que en muchas ocasiones sucede. Sólo se me ocurre una posible justificación, como sería la dicción alemana o rusa si es que se va a grabar en video, lo que muchas veces no es real. No estoy a favor de cuota alguna en ningún sector de nuestra vida. Dejemos al margen aquellas instituciones que en sus estatutos figure expresamente su defensa, que son pocas. Lo importante es la valía. Sí a los cantantes españoles, si realmente se merecen figurar en los repartos de nuestros teatros. Sin embargo, hay una pregunta de difícil respuesta: ¿por qué secundarios o principales no están cuando bien podrían estar?

Explicaciones, que no justificaciones, haylas. En muchos de los teatros del mundo, los españoles incluidos, quienes mandan son los agentes. Hay directores artísticos que dejan en sus manos los repartos, unas veces porque no tienen más remedio si quieren un artista de renombre y entonces han de “tragar” con toda la cuadra de la agencia del famoso. Otras por ignorancia y otras… porque en la ópera, como en buena parte de los sectores que nos rodean, existe el fenómeno de las comisiones, y una comisión es más elevada si el nombre que se contrata es alemán, ruso o fonéticamente no latino porque se justifica mejor. Hay mucho papanatismo aún y al ignorante político de turno, último responsable con frecuencia de entidades líricas, es más fácil camelarlo así. Nada de cuotas, sólo valía, pero cuando ésta existe habría de imponerse o, al menos, considerar seriamente la solución española.