¿Es el productor musical un muro contra la creatividad?
La reciente muerte del mítico Phil Spector nos devuelve, con sus luces y sus sombras, el papel del productor musical. ¿Un muro contra la creatividad? ¿Un apoyo imprescindible del creador? Loquillo y Javier Limón ponen su propio sonido a esta figura
22 febrero, 2021 10:23Javier Limón
Compositor y productor. Director de Casa Limón
El productor, ese médico y arquitecto
La figura del productor discográfico es de las más desconocidas y difíciles de perfilar dentro de la industria musical. Muchas veces me han preguntado: “¿Qué es un productor musical?”. Nunca he sido capaz de dar una respuesta breve y sencilla. Sirva este texto para aclararlo un poco. Cuando un artista se mete en un estudio de grabación entra en un mundo donde su habitual audiencia, muchas veces masiva, se sustituye por los oídos de una sola persona que tiene que intentar sacar lo mejor de la grabación. El productor musical no tiene nada que ver con el productor de cine, que gestiona presupuestos de rodaje o decisiones de contratación y logística. En el cine las decisiones artísticas las toma el director, en la grabación discográfica normalmente no hay un director artístico como tal y es el productor, que suele tener más experiencia en el estudio, el que toma la mayoría de las decisiones artísticas. Como en cualquier faceta artística, lo más importante para un productor es encontrar su lugar, en este caso su sonido.
Ante la masificación de la oferta digital la calidad es la clave del presente y el futuro de la producción musical. El cambio más importante está en la incorporación de la imagen
Hay muchos tipos de productores. Los hay que vienen después de una larga carrera como ingenieros de sonido.También hay productores que han sido DJ o artistas y que ahora ya no ejercen. Algunos son directamente ejecutivos de discográficas venidos a menos que basan la producción en decisiones comerciales o de marketing. A mí, los productores que más me interesan son los de formación musical, los que gestionan las decisiones y los problemas o aciertos con soluciones musicales, como arreglos, acordes, melodías, ritmos… Tiene que tener también un punto psicológico, ya que en el estudio las emociones están a flor de piel y a veces la clave está en relajar la situación. Contratar a un productor es como contratar a un médico o a un arquitecto. El artista no busca solo libertad, busca que se le cure o que se le construya una buena casa, en este caso un buen disco, de ahí que muchos artistas, asumiendo más responsabilidad, sean también sus propios productores. Lo importante es saber elegir bien. Un mal casting puede ser tan catastrófico como contratar a Woody Allen para dirigir Piratas del Caribe.
Ante la masificación de la oferta digital la calidad es la clave del presente y el futuro de la producción musical. La calidad interesante en el arte no es subjetiva. Tanto en la música como en las letras para un buen músico o escritor son claras las cualidades que hacen de una canción un producto de buena calidad. El cambio más importante en la música digital de hoy está en la incorporación de la imagen. Si tuviera que darle un consejo a un nuevo productor le recomendaría completar su formación con conocimientos audiovisuales, como la fotografía o los programas de edición. Muy destacable es el nuevo curso en Berklee College of Music que planea un grado de producción musical solo utilizando el ordenador portátil, siguiendo el ejemplo de Finneas O’Connell, uno de mis productores favoritos. Para finalizar me gustaría reclamar más mujeres en la producción musical, como Rosa León, que es un referente de producción en España.
Loquillo
Músico. Autor de El último clásico (Warner)
El hombre del saco
No recuerdo que nadie quisiera ser productor de discos en aquel verano del Hate & War de 1977. Todos queríamos montar una banda, vivir el presente y decirle al mundo como Tony Manero: “¡Qué se joda el futuro!”. El productor, tras la irrupción del punk, era visto como el Hombre del Saco para una generación que apostaba por el “hazlo tú mismo”. En mi primera grabación en 1980 un tipo que vendía casetes de autopista me dijo que tenía que seguir el ¿compás?… Mi compadre Jaime Bi le hizo callar en el acto.
En mi adolescencia musical en Loquillo & Trogloditas vi desfilar a todo un serial de productores que actuaban de chivatos de la compañía o mejor de castradores de talento. En ocasiones, Sabino Méndez les leía la cartilla. Recuerdo a un lumbreras precursor de los Pitufos makineros que por su cuenta añadió velocidad a uno de los temas, incluida mi voz.
En estos tiempos inciertos lo mejor es reivindicar el espíritu del 77. El artista debe dejarse llevar por la intuición y el pálpito, aprovechar los errores y aprender a gestionar talentos
La prensa musical no se libra de los delirios de grandeza. Ni tampoco el músico que busca galones y doncellas. Tampoco la estrella de rock anglosajona que se ofrece a firmar la producción sin pasar por el estudio ni a saludar y que incluye una semana de vacaciones en Marbella. En los felices 80 se daba el caso del productor ungido a la sombra de la emisora de radio que negociaba un porcentaje editorial con la disquera o el que da por bueno un disco en directo con un desfase en el sistema. Más bizarro resulta detener una grabación por un descuido al decantar una bandeja de cocaína sobre la mesa de sonido. Gay Mercader llegó de improviso y con un gesto el productor fue despedido. ¡Gracias Gay! No hay que olvidar en este repaso los que una vez iniciado el trabajo amenazaban con abandonar el barco si no se les pagaba de más llegando a secuestrar el máster ¡con un par! Ni tampoco el veterano que pedía porcentaje al ingenuo compositor a espaldas de los servicios jurídicos de la empresa.
La ignorancia era el lugar donde habitaba el productor en España exceptuando alguna que otra alma cristiana. Si no te gustaba el guion también podías viajar fuera. Es un sarampión por el que hay que pasar. En las biografías de los grandes artistas anglosajones existe la mítica del productor. En España funciona al revés. “Sin mí no serias nadie” es una frase recurrente a lo largo de toda mi carrera. Una vez doctorado tras décadas de afrenta me tomé mi tiempo para
ajustar cuentas.
En estos días inciertos, sumados aciertos y fracasos creo que lo mejor es reivindicar el espíritu del 77. El artista debe dejarse llevar por la intuición y el pálpito, aprovechar los errores del pasado y aprender a gestionar talentos, el Santo Grial de todo esto, empezando por el intocable productor. El artista tiene la obligación de crear su propio equipo, donde músicos, compositores, ingenieros de sonido, managers, abogados, técnicos, personal, directores de comunicación, redes sociales, merchandising y otros etcéteras estén comprometidos con el proyecto además de conectados. Esa suma resulta implacable. El mejor productor es aquel profesional que sabe escuchar y trabaja a favor de obra y no figura dando la nota.