Phil Camino
Editora de La Huerta Grande y ex librera
Absurda sobreproducción
No creo que los pequeños sellos nos estemos jugando la supervivencia en esta Feria. Los grandes grupos siempre copan más espacio, pero es mejor aceptarlo, huir de lamentaciones y trabajar para seguir ofreciendo lo que sabemos o queremos hacer. Honestamente, cualquier editorial tiene el deseo de crecer, y quien crece se hace grande, ocupa más, el tablero de juego es ese, y en él hay sitio para los pequeños. A cada cual sus condiciones y dificultades. Pongamos a los autores, algunos “crecen” de inmediato aupados por su calidad, por sus editores, por el azar, por una campaña acertada… otros siempre se quedan pequeños (en términos de lectores) a pesar de su excelencia, algunos recogen las mieles cuando ya marcharon; justicia o injusticia divinas, hace parte de las sorpresas de este precioso negocio; que se lo digan a Emile Zola, a Herman Melville, a Franz Kafka, a Joseph Roth… ¿Qué no hubieran dado por tener muchos lectores, por sentirse bien remunerados, por tener éxito, por lo que fuera que no tuvieron?
Los grandes grupos hacen parte del tejido del libro desde siempre, lo mantienen, pero por salvar cuentas de resultados colosales, a veces juegan en otra liga que no es la literaria, sino la del libro como producto de consumo. Y a veces dan gato por liebre. Sólo pido honestidad. No es lo mismo vender literatura que vender libros que buscan sólo entretener y cuya calidad literaria es el último de los criterios, o un criterio negociable. Es bueno que el lector lo tenga claro cuando elige qué leer. Qué comprar. Hay que formarse un criterio. Y ojo, esto tampoco significa que ser independientes nos dé un sello de calidad. No.
Rebuscar entre casetas de pequeñas editoriales que trabajan para ofrecer cosas especiales puede ser una buena medicina contra las prisas, para domar al espíritu de lo inmediato…
En cuanto a los best sellers, para los sellos independientes es más difícil; por buenos autores que tengamos, no disponemos de medios para campañas o colocaciones en mesas, necesitamos más, si cabe, la ayuda de distribuidores, de libreros y de lectores. Y a veces el milagro se da, véase el caso reciente de Irene Vallejo con Siruela. Por fortuna los grupos cuentan con importantes sellos literarios que siguen siendo la casa de excelentes autores de best sellers. Quienes amamos las letras, queremos que los buenos autores tengan eco, y ellos se lo pueden dar.
A quienes visiten esta Feria les diría que arriesguen. Tras la pandemia podría haber habido un cambio, pero no estoy segura de que se haya hecho la reflexión pertinente, tengo la sensación de que los grandes grupos han seguido lanzando novedades en un ejercicio de prueba error y hay más títulos que lectores. Para los libreros es tremendo. Esta absurda sobreproducción, y el ritmo acelerado de la vida van contra el acto lento y reposado de la lectura. Por eso, rebuscar entre casetas de pequeñas editoriales y de librerías que trabajan la variedad de sus catálogos para ofrecer cosas especiales puede ser una buena medicina contra esas prisas, para domar al espíritu de lo inmediato, lo veloz, lo superficial, el usar y tirar.
Los lectores también son la Feria. Que se dejen sorprender, de ellos también depende nuestra supervivencia.
Ofelia Grande
Editora de Siruela
En igualdad de condiciones
Esta es una edición insólita (y quizás más difícil) de la Feria del Libro por muchos motivos a los que nos obligan las circunstancias de la pandemia (cambio de fechas, controles de aforo, restricciones de actividades…) pero es, a la vez, una edición muy ilusionante y motivadora porque, más allá de lo que para todos nosotros significa, la hemos sacado adelante con el esfuerzo común de libreros, distribuidores, editores, instituciones, patrocinadores, autores… en unas condiciones que, por momentos, han sido muy desalentadoras y supone para todos nosotros un verdadero reto. Pero la Feria lleva ya muchos años, 80 para ser exactos, y ha pasado también por otras circunstancias difíciles que no han hecho que desapareciera, como tampoco pasará en esta ocasión.
En estas circunstancias, es muy difícil hacer previsiones de cómo funcionará finalmente esta edición, pero de lo que sí estamos convencidos es de que los visitantes de este año serán los más lectores, los que piensen que a pesar de las restricciones y de todos los condicionantes, no quieren perderse la gran fiesta del libro que supone la Feria. Si la cuestión es si es la gran oportunidad de sobrevivir, honestamente, creo que, a día de hoy, no nos lo estamos planteando en términos de supervivencia sino en términos de presencia. Por supuesto que hay que vender libros, por supuesto que queremos vender muchos libros, pero somos todos muy conscientes de que este año será “especial” y como tal lo asumimos, con cierta curiosidad por lo que pueda venir. La Feria es vender libros, pero es mucho más que vender libros: es la oportunidad de encontrarse con los autores, de asistir a los eventos culturales, de descubrir sellos y autores nuevos, de compartir un espacio lector…
Y hay algo que ya sabemos seguro: la Feria es el gran escaparate, para los libreros, para las editoriales pequeñas, para las medianas y para los grandes grupos y ahí estamos todos en igualdad de condiciones ante los ojos de los lectores. Quizá, para los que no somos tan grandes, es una mejor oportunidad de que se vea nuestro fondo y de que los lectores nos conozcan un poco más.
No nos lo estamos planteando en términos de supervivencia sino de presencia. Para los editores que no somos tan grandes, es la mejor oportunidad de que se vea nuestro fondo
Por supuesto que habrá best sellers que arrasen, eso es y ha sido así siempre y ojalá los siga habiendo por el bien de todo nuestro sector, pero no olvidemos que no necesariamente los best sellers vienen todos de los grandes grupos. Todos los años hay sorpresas extraordinarias (no hay más que ver los informes de CEGAL) y ese es uno delos grandes alicientes de este oficio, la capacidad de juego que tiene lo que hacemos cada día y que el maravilloso Roberto Calasso, recientemente fallecido, resumía diciendo que los editores por las noches tendríamos que encontrarnos en el Casino.
No podemos dejar de felicitarnos todos por haber sido capaces de poner esta Feria en marcha, acudiremos a ella con el mismo entusiasmo con el que asistimos cada año y confiamos en que los lectores así lo perciban y nos sigan acompañando también en esta edición que, esperemos, sea la última “pandémica”. Esa sería, sin duda, la mejor noticia.