Fernando Savater (The Objective) cree “necesario distinguir entre quienes manufacturan libros y quienes escriben”. Los segundos, según él, son muy pocos. “La literatura solo la hacemos los escritores, una exigua, irritable y vanidosa minoría (a veces un excelso por siglo) que comete apenas uno entre cada cien libros que se ofrecen en las librerías”. Esta es su explicación: “libros siempre habrá pero escritores… vaya usted a saber, son una especie amenazada, quizá en vías de extinción”. El escritor se caracteriza porque “no reproduce con más o menos habilidad lo que hay, lo que ve, lo que cree que pasa o ha pasado sino que inventa sucesos por medio de palabras. No prolonga o comenta la realidad sino que da origen a algo nuevo…”

El filósofo ofrece un ejemplo. “Me alivia comprobar que el nombre de una de mis dos escritoras favoritas, Pilar Pedraza (la otra es Sara Mesa), sigue majestuosamente ignorado en esas pasarelas de obras imprescindibles, comprometidas, provocadoras, testimoniales, desgarradoras… es decir, manufacturadas”. Y agradece a la autora en especial su obra Nocturnas. “Gracias por seguir asombrando desde la sombra, contando cosas indigeribles para quienes sólo disfrutan con los recetarios edificantes del costumbrismo. Y gracias por seguir escribiendo con imaginación y atrevimiento popular, cuando tan fácil te sería manufacturar como las otras…”.

"Si no tienes una campaña contra ti, no eres nadie”

Loquillo

Sobre qué es la literatura reflexiona también Manuel Gregorio González (Diario de Sevilla). “El mayor talento de un escritor –sostiene– es cuando es capaz de traerte el mundo de nuevo y ofrecértelo por primera vez. Es decir, reobrar el milagro de la vida y del mundo delante de otros ojos. Eso está al alcance de muy pocos. Vivir en el asombro es algo maravilloso”.

Hablar hoy de literatura es hablar de la que Enrique Vila-Matas (El País) llama la “palabra espuria”, de la “pregunta cliché”: “Y dígame, ¿cuánto de autobiográfico hay en su autoficción?” Él mismo responde. “Nada de autoficción, por dios, que manía. Sólo hay Ficción a secas. sin más (...) ¿O no oyó usted decir que el lenguaje no es algo que represente la realidad sino algo que la hace y la deshace desde una irrevocable subjetividad?” Se indigna tanto que se plantea “proponer a los solitarios que escriben en clave autobiográfica que se esfuercen en pasarse a ese género de las autobiografías auténticas”.

Laura Fernández, según cuenta en la web de Ámbito Cultural, considera que “la realidad lo mancha todo. La realidad no me gusta dentro de los libros, porque creo que los libros son demasiado sagrados para que la realidad entre en ellos (...). La realidad ya nos la han dado y hay alguien, ¡o no!, escribiéndola en algún lugar (...). La realidad es para mí completamente instrumental”.

“Nada de autoficción. Sólo hay Ficción a secas. sin más”

Enrique Vila-Matas

En la música, que también es literaria, también se recela de la realidad. “No me fío –asegura Loquillo (EfeEme)– de los artistas que no se meten en líos, de los artistas puros, de los artistas humildes. No me fío de los artistas que hacen proselitismo de su enfermedad. No, la enfermedad forma parte de la vida, como la muerte. Eso se viene llorado de casa”. Reivindica “la generación inmediatamente anterior a la mía, la de Ramón [Ramoncín], la de Santiago Auserón o la de Kiko Veneno, que ha sido apartada de forma injusta. Tendrían que ser un ejemplo. Tienen un nivel intelectual, literario y artístico espectacular”. Y también aprovecha para denunciar que “está ‘eso’, que es el mainstream, y estamos nosotros”. Ese nosotros son “las figuras de Enrique Bunbury, Andrés Calamaro y Loquillo, que después de las campañas que hemos sufrido, han subido de categoría. Si no tienes una campaña contra ti, no eres nadie”.

P. S. Para Jorge Fernández Díaz, entrevistado en Jot Down por Andrea Calamari, el periodismo es “una rama de la literatura”. Considera “dos articulistas descomunales” a sus amigos Arturo Pérez Reverte y Javier Marías . “Quizás en el futuro –pronostica–, para entender el presente, haya que leer los artículos de Javier Marías. A lo mejor sus novelas se leen en otro sentido, de un modo literario o de culto, pero esto que él escribió, todas las discusiones que tuvo con el ultrafeminismo, que le costaron mucho, contra la estupidez de las cancelaciones, todas estas discusiones que no están en sus novelas, serán en el futuro muy importantes”.