Sostiene el periodista Álex Salmon (El Periódico de España) que “la crítica está en el centro del debate”. Se pregunta: “¿Para qué sirve? ¿Sólo para vender libros? ¿Para prescribir los títulos que están en el mercado? ¿Para que las editoriales extraigan frases elogiosas situándolas en las fajas de promoción?”. Y se responde que no cree que sea “una cuestión de desprestigio”. Reconoce que “pasaron los tiempos en los que un crítico con ojeriza podía acabar con un libro”. Y proclama que “los primeros que deberían exigir una crítica estricta y fundamentada son los autores”.
No piensa lo mismo el escritor y columnista Ricardo Dudda (The Objective), quien se explaya: “a nadie le importa lo que dicen los críticos literarios”, “son un sector endogámico”, “hoy todo comentario literario es indistinguible de una promoción”, "me gustan las críticas hirientes contra autores establecidos, no contra el autor novel que leen cuatro gatos”, “en este país no existen las reseñas negativas”, “la crítica puede ser cruel e injusta y es un verdadero vehículo para rencillas y venganza personales…”. Eso sí, reconoce que en ocasiones “hace una gran labor al romper con la unanimidad asfixiante que hay en torno a algunos libros y autores”.
Ha sido muy comentado el artículo de Sergio del Molino (El País) titulado Elogio del intruso. “Se ha extendido la creencia -escribe el autor de Un tal González- de que no todo el mundo puede hablar de cualquier cosa y que hay fuerzas sociales con legitimidad para desautorizar y silenciar a quienes no tengan los privilegios, el diploma o el pedigrí suficiente para participar en un debate”. Y añade: “que ese debate sea informado y riguroso depende de la cultura y la calidad de la democracia en la que tiene lugar, no de quienes monopolizan las tribunas.”
“Pocos historiadores cuidan las palabras y eso crea libros fríos”. Orlando Figes
Cristina Campos se confiesa con José María Plaza (Zenda). “Yo escribo para un público amplio -explica-. Sé que no soy una gran escritora, pero tengo un talento natural. Y si he quedado finalista del Planeta es porque soy valiente (...) He ganado por ser valiente, no una gran escritora. Es jodido lo que digo, pero es así”. La narradora reconoce que puede “quedar fatal”, pero admite que ha leído Cincuenta sombras de Grey para escribir su novela y “me he apoyado en su autora (E. L. James). “¡Qué historia! No podía parar. Me lo pasé en grande leyéndola. Tenía sus libros en mi mesilla, porque es una bestia describiendo el sexo y excitándote.” Para ser justos, hay que decir que Cristina Campos también se apoyó en la Nobel Annie Ernaux.
En la misma publicación, Orlando Figes, entrevistado por Karina Sainz Borgo, asegura que siempre ha visto “la historia como parte de la literatura”. Se queja el autor de Los europeos de que “pocos historiadores cuidan las palabras y eso crea libros fríos. Ambos [novelistas e historiadores] necesitan imaginación. Estás lidiando con la dramatización de episodios y tienes que convencer a tus lectores de que eso es real.” Pero advierte de que "el novelista corre el riesgo de hacer una versión ficcionalizada de la historia."
“Sé que no soy una gran escritora, pero tengo un talento natural”. Cristina Campos
Volviendo a la crítica y al extendido debate sobre la autoficción, Manuel Vilas hace una defensa de los géneros híbridos, según recoge Álex Vicente (Babelia). “Desde la crítica más conservadora, que suele destacar los valores de la ficción absoluta, se nos reprocha que usemos lo vivido como si nos dopáramos, como si no compitiéramos en igualdad de condiciones con el resto de escritores, tal vez por el favor que los lectores han dado a nuestros libros, en los que han visto un plus de autenticidad respecto a la narrativa tradicional”.
P. S. Hay quien piensa que las gentes de la cultura pecan de un excesivo pesimismo. No es el caso de Jorge Drexler. Entrevistado por David Maciejewski (El Español), lanza un mensaje de optimismo. “Nos encanta criticar y hablar mal de esta época -asegura-, pero si eres una mujer trans deberías pensar en si tu vida ha cambiado para bien o para mal en los últimos años. La sociedad está aprendiendo que existen diferencias. Ha incorporado a la mitad de la población, es decir, a la mujer, a lugares con cada vez más tomas de decisión. Esa emancipación es un acto de amor a la vida…”