Alicia Giménez Bartlett y Rodrigo Fresán.
¿Supera la realidad a la ficción?
Hay que fijarse en las convicciones y las vivencias del autor. También en la banalización de la novela negra, en la autoficción y en el fascinante poder del cine.
Andreu Martín es tajante al respecto. “Esa frase odiosa que dice que la realidad supera la ficción es una estupidez –sentencia ante Inma González (El Periódico de España)–. La realidad, en todo caso, nos da permiso para escribir”. “El solo hecho de describir el mundo que te rodea ya hace que ese mundo sea un mundo de ficción –aclara el autor, que publica Lo que les pasa a los demás–. Lo mismo que ve ese señor lo describo yo y es completamente distinto porque ha pasado por mi cabeza, está enriquecido con las necesidades del autor, las convicciones del autor y las vivencias del autor”.
Paula Etxeberria Cayuela (Noticias de Gipuzkoa) pregunta a otra de las grandes de la novela negra, Alicia Giménez Bartlett, si este “boom” del género no conlleva un riesgo. “De banalización, claro. Estoy convencida. Debería ser más políticamente correcta, pero no –proclama la madre de la inspectora Petra Delicado–. Hay gente que se ha subido a un carro que, además, parece que literariamente es fácil cuando no hay nada fácil, ni en literatura ni en cualquier otra disciplina, y que aprovecha un poco el tirón que hay ahora en España, tirón que en otros países había sucedido mucho antes”.
Algo que preocupa, y mucho, a los escritores es el estilo. “Uno tarda en definir su estilo –explica Luis Landero a Justo Barranco (La Vanguardia)–. Normalmente el estilo se encuentra cuando encuentras tu mundo. Porque lo más difícil para un escritor es encontrar tu mundo. Saber qué es lo que tienes que escribir. Aquello que solamente tú puedes escribir, tú y nadie más que tú, porque es tu mundo, son tus ciegas marcas, como decía Freud. Eso es difícil”.
“Hay gente que se ha subido al carro de la novela negra y se aprovecha del tirón”, Alicia Giménez Bartlett
El autor de la reciente novela La última función recurre al ejemplo de Flaubert, quien decía que “encontrar el mundo propio, un mundo propio, a veces es cuestión de suerte y ponía el ejemplo de Cervantes, que ya casi en el crepúsculo de su vida encuentra su gran tema, que es el Quijote, claro”.
Daniel Arjona (Zenda) plantea a Rodrigo Fresán si la autoficción es el enemigo de la literatura actual. “Autoficción es David Copperfield y autoficción es En busca del tiempo perdido —replica el autor de El estilo de los elementos—. No hay nada nuevo de la autoficción. Lo que pasa es que debes saber contar una historia, ya sea de tu experiencia o de cualquier otra cosa. Y tienes que tener un cierto estilo. Pero todo esto de la autoficción actual le debe mucho a la influencia de las redes sociales. La gente empieza a contar su vida en las redes, tiene followers y hay algún editor que dice: ‘Ponlo en un libro’. Hay influencers y malinfluencers”.
Sobre el estado del cine las opiniones suelen ser diversas. Así, a Manuel Arias Maldonado (Diario de Sevilla), que acaba de publicar el ensayo Ficción Fatal, le “parece claro que el cine ha perdido el protagonismo que tenía en el debate cultural de hace cuarenta o cincuenta años”.
“La gente empieza a contar su vida en las redes y hay algún editor que dice: ‘Ponlo en un libro’”, Rodrigo Fresán
Sin embargo, María Zamora, productora de Alcarràs entre otros títulos, cree que “hacer películas tiene un valor social incalculable”. “Al final, lo que consigues muchas veces es retratar quién es el ser humano en la sociedad actual, en España, en Madrid, en este mismo momento –declara a Alberto Sisí Sánchez (Vogue)–. Cuando dentro de un siglo vean esa película, entenderán mejor por qué pasó lo que pasó, por qué éramos como éramos. A nivel sociológico, e incluso antropológico, el poder del cine me parece fascinante”.
P.S. Richard Ford defiende apasionadamente la esperanza. “Lo que pasa dentro del libro puede aportar cierto alivio al lector respecto a lo que sucede fuera –se explaya ante Pablo Bujalance (El Mundo) durante su paso por Málaga para inaugurar el Festival Escribidores–. A veces cuesta mucho asimilar que los bombardeos continúen en Gaza y que los terroristas de Hamás crucen la frontera para matar inocentes. Pero la lectura puede consolarte. No se trata de anestesiarte como hace el alcohol, sino de sentirte menos solo. La última línea de mi novela Canadá decía así: "Lo intentamos. Todos nosotros lo intentamos”. Y no es cinismo. Defender la esperanza nunca puede ser un acto de cinismo”.
