Los escritores José Ovejero y Mariana Enriquez. Fotos: Isabel Wagemann y Kaloian  / Ministerio de Cultura de la Nación Argentina

Los escritores José Ovejero y Mariana Enriquez. Fotos: Isabel Wagemann y Kaloian / Ministerio de Cultura de la Nación Argentina

Jardines colgantes

¿Es necesaria cierta autocensura?

La novela es el reino de la libertad, porque la realidad es un disparate feroz.

2 julio, 2024 02:06

El cubano Leonardo Padura asegura que escribe lo que quiere escribir. Pero admite que “siempre hay un nivel de autocensura, que incluso creo que es necesario, que es importante: una autocensura ética”. El autor de El hombre que amaba los perros se confiesa con Manuel Llorente (Zenda). “Yo no puedo utilizar mi literatura con fines ofensivos, agresivos a otras personas, a otras maneras de pensar porque lo que más me jode es que no me respeten mi manera de ser, mi manera de pensar –sostiene–.

"Y yo tengo que respetar la de los otros. Es decir, cuestiones de carácter ético y de carácter social, como una actitud homofóbica o xenofóbica o racista. Y si hay algún personaje que lo hace es el personaje, porque hay personajes homófobos, xenófobos… A partir de ahí, la novela como forma de literatura es el reino de la libertad, puedes escribir una novela como te dé la gana, en verso si te da la gana”.

Son las ventajas de la ficción. José Ovejero opina que “escribir es reconocer la imposibilidad de comprender la realidad”. “Recurrimos a la ficción porque necesitamos contarla [la realidad], pero no podemos contarla tal cual es, porque siempre resulta demasiado compleja y nuestro lenguaje no alcanza”, explica a Emma Rodríguez (Lecturas Sumergidas). Lo que ha hecho en su última novela, Vibración, ha sido “construir una narración tan disparatada que nos permite atisbar el disparate feroz que puede ser la realidad, como sucedería con un espejo deformante. Lo grotesco puede mostrar el terror de lo real mejor que el realismo más descarnado”.

“Escribir es reconocer la imposibilidad de comprender la realidad”, José Ovejero

Por algo la Premio Pulitzer mexicana Cristina Rivera Garza considera que “si pensáramos que el mundo está bien no habría necesidad de escribir”. “Hay una incomodidad radical en el escritor y, en lugar de anestesiarla, como harían los demás, con dinero o adicciones, o lo que sea, el escritor busca exacerbarla, explorar sus raíces –declara la autora de El invencible verano de Liliana a Laura Fernández (Revista Lengua)–. Y tiene algo de práctica ética, porque considera que algo puede ser de otra manera, no sé si peor o mejor, pero de otra manera”.

Al mundo de la cultura le preocupa la deriva autoritaria que se observa en el mundo. Mariana Enriquez se muestra muy autocrítica. “En vez de enojarse y culpar a la gente hay que decir: ¿Qué hizo mal el progresismo cómodo que dejó a la gente abandonada? –declara la escritora argentina cuando Laura García Higueras (elDiario.es) le pregunta al respecto–. La responsabilidad de tener estos fenómenos también es de los representantes que no lo pudieron detener. No solo no le solucionaron la vida a la gente, sino que además dejaron que creciera una opción política peligrosa y eso es gravísimo”.

No son pocos los que piensan que la cultura es un arma para mejorar el mundo. Antonio Iturbe, que ha publicado Música en la oscuridad, no lo tiene tan claro. “Hay gente que dice que los libros son mágicos, los libros transforman a las personas, los libros convierten a las personas en seres bondadosos –explica a Winston Manrique Sabogal (VMagazín)–. Y yo me echo las manos a la cabeza, porque eso no es así. Es una declaración bienintencionada, pero es completamente naif y cursi [...] El arte no cambia a la gente por arte de birlibirloque [...] Y, efectivamente, hay música para la belleza, para la introspección y hay marchas militares, hay himnos, también”.

“¿Qué hizo mal el progresismo cómodo que dejó a la gente abandonada?”, Mariana Enriquez

P. S. Jorge Carrión tiene la teoría de que la cultura analógica y la cultura digital cohabitan en buena sintonía. “Creo que Amazon no ha conseguido un cambio de paradigma, sino que vivimos en una plena convivencia entre la lectura en papel y la lectura digital, entre la compra de libros por internet y la compra de libros en librerías, y yo pienso que esa convivencia es una buena metáfora de nuestra vida personal y cultural –manifiesta el novelista y ensayista a Constanza Moncada M. (La Tercera)–. Necesitamos ir a los museos, necesitamos tomar el café con un amigo o ir a un club de lectura, es decir, una vida física cultural y a la vez, también, tenemos una vida digital, viendo series o escuchando música a través de nuestros auriculares”. 

Fotograma de 'Jeanne Dielman, 23, quai du commerce, 1080 Bruxelles' de Chantal Akerman.

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