Image: Pared blanca, papel de necios

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Mínima molestia

Pared blanca, papel de necios

Por Ignacio Echevarría Ver todos los artículos de 'Mínima molestia'

8 abril, 2011 02:00

Ignacio Echevarría


Lo cuenta Bernal Díaz del Castillo en un estupendo pasaje de la Historia verdadera de la conquista de la Nueva España (capítulo CLVII). Hernán Cortés y los suyos acaban de conquistar "la muy gran ciudad de México" y es mucha la decepción ante la escasez de botín, que se prometía abundante. Tanta sangre y tanto esfuerzo para eso. Cunde el desaliento, y no tardan en prosperar los rumores que vuelcan sospechas sobre la codicia de Cortés, a quien acusan de haberse quedado secretamente con la mayor parte del oro.

Durante los trabajos de reconstrucción de la ciudad, Cortés reside en Coyoacán, "en unos palacios que tenían blanqueadas y encaladas las paredes, donde buenamente se podía escribir en ellas con carbones y con otras tintas". Y no tarda en ocurrir que cada mañana aparecen escritos en esas paredes "muchos motes, algunos en prosa y otros en metros algo maliciosos", al modo de chismes y libelos difamatorios.

Al salir de sus aposentos, Cortés no tenía más remedio que leer todo aquello. Lo mismo daba que ordenase blanquear de nuevo los muros: al día siguiente aparecían nuevas pintadas sobre ellos. "Y como Cortés era poeta y se preciaba de dar respuestas inclinadas para loar sus hechos grandes y notables cosas [...] respondía también por buenas consonantes y muy a propósito en todo lo que escribía."

La cosa duró un tiempo, "y de cada día iban más desvergonzados los metros y motes que ponían". Hasta que Cortés, harto del asunto, escribió enojado: "PARED BLANCA, PAPEL DE NECIOS", y ordenó decir públicamente "que no pusiesen malicias, que castigaría a los ruines desvergonzados".

Ángel Rama evoca este episodio en La ciudad letrada (1984), donde describe la función normativa de la escritura en las colonias de la América española. "Podría decirse que la escritura concluye absorbiendo toda la libertad humana, porque sólo en su campo se tiende la batalla de nuevo sectores que se disputan el poder", dice Rama. Y amaga a continuación, para refrendar esto último, una "historia de los graffiti en América Latina", en la que cabría rastrear "su depredatoria apropiación de la escritura, su ilegalidad atentatoria del poder que rige la sociedad".
En la actualidad, los graffiti forman parte de cualquier paisaje urbano. A su modo, se han "estetizado" y, en Europa al menos, escasean los que se sirven de la escritura con fines subversivos.

Pero la anécdota de Bernal Díaz invita a recordar el funcionamiento de los blogs y de sus foros, y de la Red en general (baste pensar en el muro de Facebook, que por algún motivo se llamará así). Uno ha tenido ya varias ocasiones de asistir al desquiciamiento progresivo de quienes, habiendo emprendido muy jovialmente la escritura de un blog, han acabado enredados en biliosas discusiones con sus comentaristas, atrapados en su propia jaula de grillos. El espectáculo es cómico y patético a la vez, incluso cuando se produce en una onda simpática. Y se repite multiplicado hasta la parodia en Facebook (a pesar de su naturaleza restringida y amigable) y, sobre todo, en Twitter (que a menudo recoge el viejo espíritu de los graffiti).

Es en los blogs, sin embargo, donde, debido a la voluntad discursiva que suele animarlos, el foro tiende a producir efectos particularmente distorsionadores de cuanto el bloquero en cuestión acierta a decir o enhebrar. Efectos disolventes, en definitiva, del control y de la soberanía del bloguero sobre su propio discurso, que tiende a moldearse en atención a sus comentaristas (a menudo anónimos), en interacción supuestamente democrática y coral, pero que tiene muchas veces el efecto de un plebiscito con resultados aprobatorios o de censura.

En el terreno de la crítica, especialmente sensible a la cuestión de la autoridad, la institución de los foros resulta especialmente corrosiva. De ahí que sean bastantes los blogs de crítica literaria que hayan resuelto suprimirlos. Resulta aleccionador, además de interesante, contrastar las dinámicas y sobre todo las retóricas que caracterizan a los blogs de crítica con foro y sin foro. Aleccionador en el sentido de arrojar conclusiones acerca de la difícil frontera entre crítica y opinión, acerca del tipo de autoridad problemática en que le cabe a la crítica sustentarse, acerca de sus legitimaciones y sus imposturas.

"Pared blanca, papel de necios", escribió Cortés aquel día. Y no faltó, a la mañana siguiente, quien añadiera seguido: "Y aun de sabios y verdades, y Su Majestad lo sabrá presto". Habría que ver a Cortés rojo de furia. Y es que así no hay manera.