Ignacio Echevarría



Cuando se habla de los pequeños sellos independientes que de un tiempo a esta parte están reconfigurando el mapa del negocio editorial, muy pocas veces se mencionan algunos ya veteranos, que sin embargo vienen realizando, desde hace ya bastantes años, un esfuerzo a todas luces admirable por poner a disposición de los lectores libros de esos que, cuando se sugiere a los editores de todos conocidos la posibilidad de publicarlos, menean la cabeza condescendientemente para decir que ya quisieran ellos poder hacerlo, dado su interés, pero que, tal y como están las cosas, de ningún modo pueden permitírselo.



Esos sellos a los que me refiero van y los publican, no me pregunten cómo. Y a veces lo hacen, encima, con un rigor y un cuidado que los editores de todos conocidos muy raramente pueden permitirse para sus propios libros. Es el caso, este último, de ediciones cuatro (así, en minúsculas), de Valladolid, un sello que cuenta en su haber con poco más de una treintena de títulos, excelentes todos, cuando no imprescindibles, algunos de ellos resultado de la iniciativa personal de los propios editores, que han armado esos libros a fuerza de reunir y articular materiales dispersos, bien escogidos, meticulosamente presentados y anotados, ampliando de este modo, con títulos muy recomendables, la bibliografía en español de autores como Hofmannsthal, Stevenson, Proust, Machado de Assis, Svevo; como Benet, García Hortelano, Barral.



Los editores de cuatro se distinguen por la atención especial que, con buenas razones, vienen dedicando al género del diálogo o la entrevista. De los tres autores españoles mencionados, por ejemplo, han publicado compilaciones de entrevistas que, juntas, suman un cuerpo de ideas y un anecdotario muy reveladores. Lo mismo han hecho con Jacques Derrida. Y han publicado además dos volúmenes que reúnen diálogos con varios autores: Pasado y presente (con Gadamer, Duby, Vattimo y Savater, entre otros) y Los tiempos del presente (con Le Goff, Todorov, Jauss, Sontag, etcétera).



Recientemente, en continuidad con estos dos títulos, cuatro ha publicado el volumen titulado Reales e imaginarios, que de nuevo reúne diálogos con figuras muy destacadas de la cultura contemporánea; con la particularidad, esta vez, de que algunos de estos diálogos han sido "construidos" por los editores, concretamente por Mauricio Jalón, quien, dada la imposibilidad -"por defunción", como quien dice- de entrevistarse con algunas de estas personalidades admiradas, resolvió, ni corto ni perezoso, embarcarse en la tarea de armar entrevistas imaginarias con ellas. ¿Cómo? Mediante el escrupuloso escrutinio y vaciado de sus textos, de sus intervenciones públicas, de sus declaraciones, de otras entrevistas reales... Todo ello sujeto no solamente a la verosimilitud de las palabras puestas en boca del autor en cuestión sino también a su vivacidad y, sobre todo, a su veracidad, dado que cuanto unos y otros dicen está fundado en su propio decir.



No, no se trata propiamente de entrevistas inventadas, al estilo de las de Giovanni Papini en Gog y El libro negro, o tantas otras. Lo que propone Jalón (después de tantear el método con Claudio Magris y Peter Burke, quienes tuvieron oportunidad de aprobar con satisfacción el resultado) es una especie de breve autobiografía intelectual, de rápido panorama sobre la vida y la obra de ciertos autores realizada por quien, habiéndose sumergido de lleno en sus libros y en sus testimonios, se siente capaz de hablar por ellos, haciendo suyas sus palabras y sus ideas.



Se nos brindan así, al lado de otras cuantas bien reales y bien actuales, cuatro extraordinarias entrevistas "postumas" con Mary McCarthy, Marthe Robert, Natalia Ginzburg y Leornardo Sciascia, que constituyen instructivos y muy convincentes acercamientos a estos autores.



En su texto de presentación, Mauricio Jalón destaca el papel creciente que la entrevista como forma tiene en la cultura contemporánea y, más en particular, en la literatura de las últimas décadas; y pone por ejemplo una novela como Verano, de Coetzee.



La forma dialógica está en el germen de la cultura occidental, como resulta evidente con sólo pensar en Platón. La novela moderna fue fundada por un libro, el Quijote, que es no poca medida un prolongado diálogo entre sus dos personajes principales, Alonso Quijano y Sancho. Cabe preguntarse si el género moderno de la entrevista no constituye -como insinuó Robert Musil con ironía- la adaptación del diálogo y la conversación clásicos a los imperativos del capitalismo. En cualquier caso, se trata de una forma merecedora de toda atención y abierta todavía a experimentaciones de todo tipo. Mauricio Jalón ha ensayado una y lo ha hecho espléndidamente.