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Mínima molestia

Voracidad

Por Fernando Aramburu Lea la crítica de Tierras de sangre: Europa entre Hitler y Stalin

13 enero, 2012 01:00

Fernando Aramburu


Doce, trece, catorce millones de muertos. Niños, ancianos, mujeres, muchedumbres inermes que jamás pisaron un campo de batalla. Ciudadanos que perecen a consecuencia de hambrunas intencionadas, en campos de concentración, en gulags, a tiros, gaseados o por cualquiera de los innumerables y eficaces procedimientos debidos a la inventiva humana. Imposible determinar con precisión el número de víctimas. Número que es como una enorme goma de borrar rostros y nombres. La matanza no es gratuita. La desencadena una combinación de frenesí ideológico y pulsiones elementales como la conquista de los recursos, el control de la tierra, el sometimiento del individuo a la comunidad (el pueblo, la raza, la clase dominante) o la aniquilación de toda posible disidencia. Ocurre en el siglo XX. Dos colonias de hormigas, una alemana y otra rusa, dirigidas por sus respectivos faraones, se lanzan a la devastación del espacio que separa ambos hormigueros. Convendría no olvidarlo.