Ignacio Echevarría

Entre las secuelas del accidente aéreo de Germanwings en los Alpes se cuenta la detención en Águilas (Murcia), hace poco más de un mes, de un joven de 26 años, a consecuencia de un tuit en el que se refería despectivamente a los catalanes. El tuit en cuestión, colgado poco después de divulgarse los primeros detalles sobre el accidente, decía así: "A ver, no hagamos un drama, que en el avión iban catalanes, no personas". Al parecer, se estima que estas palabras "atentan contra el conjunto de los catalanes", al menos a juicio de una diligente asociación de "abogados voluntarios" llamada Drets, que denunció en la Fiscalía el contenido de este tuit y de otros muchos más escritos en la misma línea. Esta y otras denuncias condujeron al ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, a ordenar a las fuerzas de seguridad del Estado que investigasen los mensajes en internet contra las víctimas del accidente.



La detención de S.P.G. (tales son, al parecer, las iniciales del chistoso) fue espoleada por el hecho de haberse detectado otros tuits escritos por él "con marcado carácter de incitación al odio y a la violencia hacia mujeres y hacia otros colectivos por motivo de su raza o religión" (Guardia Civil). Una forma un tanto alambicada de aludir a lo que no dejan de ser burdas fanfarronadas machistas y zafios y sobados chistes sobre negros, como ese con la foto de un anciano al que se le atribuye esta frase: "En mis tiempos no teníamos videojuegos: salíamos fuera a pegar a los negros con palos".



Y bueno, resulta que a este pobre cretino le pueden caer varios meses de cárcel. Algo que, aun sin lamentarlo del todo, me parece un indicio preocupante de la deriva crecientemente controladora y de la militante ortodoxia pseudohumanística de nuestra cada vez más hipócrita cultura.



En los tuits de S.P.G. yo no veo mayor delito que la imbecilidad que fomenta una cultura a su vez imbecilizada que, por si fuera poco, discurre y procura medios cada vez más sofisticados y accesibles para que la común imbecilidad se exprese en todas su modalidades y en todo momento.



El caso de S.P.G. (¿Sin Puñetera Gracia?) plantea, por otro lado, una compleja y escurridiza discusión sobre las extensión más o menos "pública" de lo que uno cuelga en internet. Pregunta para nuestro querido experto en "inteligencia ajena", Gonzalo Torné: ¿Pueden considerarse "públicas" las memeces colgadas anónimamente en su twitter por un bobo, aun si se da el caso de que tres docenas de bobos como él las leen e incluso las retuitean?



¿Son públicas las burradas que un subnormal garabatea en las paredes de un wáter público? ¿Cabe detener a un lelo que mientras caga escribe en la puerta del W.C. de un bar "Catalanes = peseteros = capullos"? ¿Daría la Fiscalía curso a una denuncia que reconociera en estas palabras un "atentado contra el conjunto de los catalanes" y una "incitación al odio"?



No pocos tuits me parecen simples e inocuos grafitis digitales, cuyas presuntas enormidades no admiten más comentario que ese que alguna vez he citado de Hernán Cortés a propósito de los grafitis que ensuciaban los muros de su palacio en Coyoacán: "Pared blanca, papel de necios".



Pero aun si la divulgación de esos tuits, dada la nombradía de quien los escribe, obtiene una amplia resonancia pública, ¿dónde poner, en una escritura de naturaleza casi gestual, sometida al imperativo de ser ingeniosa, chistosa o sentenciosa, las barreras entre los delitos de opinión, de incitación a lo que sea o de simple estupidez? ¿Cómo acotamos el "sentido" del humor?



Ahí están las multitudes republicanas francesas proclamando a voz en grito, tras la Merkel, Rajoy y Netanyahu, "Libertad de expresión" y "Je suis Charlie", para que a las pocas semanas condenen al humorista Dieudonné a dos meses de cárcel y a una elevada multa por haber escrito en Facebook poco después del sonado ataque terrorista: "Me siento Charlie Coulibay". La policía francesa, entretanto, ya ha visto ampliada su potestad para husmear sin permiso en la privacidad de los ciudadanos.



¡Tuiteros del mundo entero! ¡A la calle todos, con camisetas donde diga: "Je suis S.P.G."!