"Me gusta levantarme muy temprano. Me recuerda a las mañanas de verano en Inglaterra. Aunque lo cierto es que en Inglaterra no me gustaba el verano. Tenía la sensación de que debía pasármelo bien, pero nunca era así. Pasaban las horas y nunca encontraba gran cosa que hacer. El verano siempre me hacía sentir que me estaba perdiendo muchas cosas".
Habla Linda, una mujer madura perteneciente a la colonia británica de un incierto país africano. Es Bobby quien la escucha. Los dos son blancos y atraviesan en automóvil el país, que se halla en un momento políticamente convulso.
La escena tiene lugar en En un Estado libre, asombrosa "instalación narrativa" publicada por V. S. Naipaul en el año 1971. Una novela corta –la que da título al volumen– rodeada de cuatro piezas breves aparentemente inconexas, dos de ellas absolutamente magistrales.
Me refiero a los relatos "Uno de tantos" y "Decidme a quién he de matar". Los dos sumados –e incluso por separado– valen por todo un máster sobre inmigración, legal o ilegal. Si usted quiere barruntar qué tipo de cosas pasan en la vida, en la mente, en el alma del paki o de la china o del subsahariano o de la ecuatoriana que esta mañana viajaba en su mismo vagón de metro, mirando el móvil; si quiere usted entender algo de lo que pasa a su alrededor, no en los términos histéricos en que plantean estos asuntos algunos políticos nacionales, sino en términos de simple humanidad, en los términos en que se juega de verdad la vida de millones de personas a las que es improbable que usted misma preste nunca la suficiente atención, lea estos dos relatos. Lea a Naipaul, el novelista que mejor ha acertado a reflejar el caudal de dolor, de desarraigo, de desconcierto, de sordidez, de crueldad, de ilusión y de tristeza que no cesan de esparcir por el mundo los grandes movimientos migratorios ocasionados por el desmoronamiento del orden colonial y por tantas guerras y desastres que en él tienen su origen.
No se pierdan a Naipaul. Sigue siendo el mejor. Si no saben qué hacer este verano, si no saben qué leer, y aun si lo saben pero no han leído a Naipaul, déjenlo todo y léanlo.
A propósito de En un Estado libre dijo Nadine Gordimer que Naipaul era "todo un maestro en el difícil arte de hacerte reír y conseguir acto seguido que te avergüences de haberlo hecho".
Por su parte, Dennis Potter escribió: "En un Estado libre es un libro de una complejidad tan lúcida y de un conocimiento tan genuino, tan certero y profundo, que consigue agitar, encantar y entretener a todos los niveles. No se pierda la alegría de hacerse con uno de nuestros más dotados escritores cuando se acerca a la cima de su talento. ¿Nuestros? Bueno, sí y no".
Esto último alude a la rispidez de Naipaul, a la insobornable ferocidad de su mirada.
Pero no, no se pierdan a Naipaul. Sigue siendo el mejor. Si no saben qué hacer este verano, si no saben qué leer, y aun si lo saben pero no han leído a Naipaul, déjenlo todo y léanlo. Lo tienen fácil. Sus libros principales están publicados en Debolsillo. A mí se me ocurrió la semana pasada releer En un Estado libre y ya solo pienso en seguir releyendo todos los demás. Si dudan acerca de por dónde empezar, lean Un recodo en el río, o Guerrillas, o Media vida.
El verano suele propiciar –yo soy el primero que se lanza a ellas– lecturas "exóticas", "aventureras", "tropicales". Naipaul, que tanto aprendió de Conrad, es el adecuado correctivo a los desvaríos a que fácilmente inducen no pocas de esas lecturas.
Emigrar no es viajar, recuerden.
La escritora Diana Athill describió En un Estado libre como "la primera novela sobre África en la que no hay el menor sentimentalismo".
No lo hay en toda la obra de Naipaul. Y si lo detectan, prepárense.