Primera palabra

Por amor al arte

28 febrero, 1999 01:00

¿"Arte" no trata de arte? Sí y no. El arte contemporáneo no es más que un recurso para poner en evidencia la fragilidad de las relaciones

Madrid está disfrutando esta temporada de ese pequeño milagro en forma de teatro que se llama "Arte". Cinco meses han pasado de su estreno, y el teatro en el que se representa sigue agotando las localidades a diario. El público acude expectante y sale feliz. El espectáculo se recomienda boca/oído en progresión geométrica. El éxito se ha producido. De puertas adentro, los actores (José María, 2 - Carlos, 1) somos, también, felices. Ahí es nada. Salir a escena cada noche con la seguridad, con la tranquilidad, de que el mensaje es bien recibido y el mensajero bien hallado. Para el actor, "Arte" es una de esas "funciones de tu vida", que aparecen muy de vez en cuando como caídas del cielo y que te permiten, a diario, entreg-arte, enamor-arte, super-arte y reafirm-arte en tu condición de actor. Uno se siente formando parte de esa gran familia de actores que en este mismo momento, en otros muchos lugares del planeta -París, Londres, Nueva York, Los ángeles, Chicago, Buenos Aires, México, India, Bielorrusia, Japón, Serbia...-, interpretan los mismos personajes. Y uno se considera afortunado, muy afortunado. Porque más allá del hecho de disfrutar en escena con personajes tan ricos y complejos, cada representación ofrece además la oportunidad de ahondar en lo que es una de las claves de la comedia: el sentimiento de la amistad. No es necesario que los actores sean buenos amigos para trabajar juntos. Pero no cabe duda de que la amistad real facilita el camino para hacer creíble la amistad fingida. Y, viceversa, la representación de la amistad fingida ayuda a reafirmarse, tarde a tarde, noche a noche, en el ejercicio de la verdadera. Los tres actores de "Arte" disfrutamos de este regalo.
  La función de Yasmina Reza gira alrededor de dos motivos principales: el arte y la amistad. Y aún me arriesgo a decir que los dos se funden en uno solo: el arte de la amistad. Sobre ésta se enciende a a menudo el farolillo rojo, la llamada de atención: ¿qué pasa con la amistad? Cada día es más difícil hacer amigos y mantenerlos. Un modelo de sociedad cada vez más individualista es, en parte, responsable. Se está creando una nueva cultura que enfatiza la independencia y el convencimiento de que uno no puede responsabilizarse del afecto del otro. Se va perdiendo la habilidad de relacionarse, de conectar con los demás. La marcha frenética del día a día conduce a largos lapsus de comunicación, a la pérdida de contacto. Ya no nos queda tiempo para cuidar de los amigos. Y aparecen las fisuras. Marcos, Sergio e Iván, los tres amigos de "Arte", sufren la experiencia. Marcos la resume a su manera: "No deberíamos jamás dejar a los amigos sin vigilancia. Hay que vigilar siempre a los amigos. Si no, se nos escapan". Para remediarlo disponen de un arma secreta, de un eficaz instrumento de autodefensa: la risa. Los amigos que se ríen juntos permanecen juntos. Donde las risas se acaban, empiezan las peleas. Los tres lo saben.Y en el fragor de la batalla se acusan mutuamente de una falta grave: de haber perdido el sentido del humor.
Pero, entonces, ¿"Arte" no trata del arte? Sí y no. El cuadro blanco, el arte contemporáneo, no es más que un catalizador, un recurso para poner en evidencia la fragilidad de las relaciones, la inseguridad que preside muchos actos de nuestra vida. La obra denuncia ese extraño miedo que sentimos a veces -cada vez más- a estar equivocados, a ser marginados, a quedarnos solos. Marcos, Sergio e Iván prefieren ahogarse juntos antes que separarse, nadar cada uno en su corriente y correr el riesgo de encontrarse aislados, incomunicados, solos.
  Esa experiencia de la risa compartida y de la complicidad con los actores y con los compañeros de butaca, ese "no sentirse tampoco solo" durante la representación, es el que genera un increíble sentimiento de felicidad en los espectadores madrileños de "Arte" y que los iguala en sensaciones a los del resto del mundo. Actores y público, pues, con idénticas o muy similares reacciones a las de otros grupos sociales y culturas muy diversas. Sólo hay una cosa que diferencia el fenómeno de "Arte" en España con el que se produce en otros países y que debe llevarnos, creo, a la reflexión sobre el verdadero alcance del teatro en nuestra realidad de aquí y ahora. El estreno de "Arte" en París, Londres, Nueva York, Berlín, Buenos Aires, etc... ha generado en cada una de estas ciudades una considerable cantidad de artículos de Prensa y de debates en radio o TV; la presencia de la obra en las carteleras respectivas ha llevado a comentaristas de actualidad, articulistas, creadores de opinión, a debatir sobre los temas que se proponen en escena: la amistad y, sobre todo, la validez o insustancialidad del arte contemporáneo. En Madrid, por el contrario, las reacciones han sido escasas, por no decir nulas. ¿Quiere esto decir que el teatro ha perdido ya para nosotros ese concepto de tribuna pública, de foro abierto, de rampa de lanzamiento de ideas y temas de reflexión? ¿Ya no es el teatro lugar de referencia para la vida diaria? ¿Por qué ese divorcio entre sociedad mediática y teatro, entre pensadores y teatro, entre actualidad y teatro? No sé; se me ocurre que quizá vale la pena pararse a pensar en ello al calor de los aplausos que resuenan a diario en los aledaños de la calle Prim. Puede ser interesante. O no. Intentémoslo. Aunque sólo sea por amor al arte.