Primera palabra

Cuatro mujeres y una quinta

por Paul Preston

27 junio, 2001 02:00

La próxima semana se abren en El Escorial los cursos veraniegos. El que yo dirijo lleva el título "Protagonistas de la guerra civil española: entre la ética y el extremismo". Mi participación supone una reflexión sobre aquellos años de la contienda española que han centrado desde hace años mi tarea de historiador. Pero es una reflexión centrada en lo que constituye ahora mi preocupación fundamental: el enfoque biográfico, la mirada a su protagonistas.

Cuando escribí mi biografía sobre Franco, la primera conclusión que saqué fue que para biografiar bien a cualquier persona había que crearse la ilusión de conocerla a fondo humanamente para poder traspasar esa misma ilusión al lector. Ese reto no es en absoluto pequeño, pero quizás en el caso de un hombre que ostenta mucho poder es más difícil porque hay que plantear problemas éticos y morales importantes. Un hombre como Franco, que cree tener el poder de vida o muerte sobre sus conciudadanos, tiene mucha responsabilidad moral además de muchas responsabilidades políticas. Lo mismo se puede decir de otro estadista, sea Manuel Azaña o el Rey Juan Carlos.

Todas esas reflexiones cambiaron mi manera de ver la historia, me llevaron a valorar más aún el papel del individuo y a introducir unas consideraciones éticas sobre su actuación. Esto se vio reflejado en mi libro Las tres Españas, en el cual pasé de enjuiciar al dictador a centrarme en otros nueve protagonistas de la guerra de izquierda, derecha y de centro. La conclusión del libro es que no se puede generalizar sobre rojos o azules, buenos y malos; cada uno tiene que responder a sus responsabilidades personales y públicas en situaciones estremecedoras. Esto es lo que pretendo abordar en este curso que comienzo en El Escorial. Al elegir el título de "Entre la ética y el extremismo", hemos querido estudiar y detenernos en cómo reaccionan estas gentes de poder en situaciones extremas, además, naturalmente, de intentar seguir abogando por una visión más matizada de la guerra civil española, sin tópicos de las dos Españas violentas enfrentadas. Mis propias reflexiones sobre la guerra civil y sus protagonistas han avanzado mucho últimamente. He pasado de la reflexión moral a la reflexión emocional, de centrarme en los grandes nombres de la historia a detener mis investigaciones en otros personajes no de primera fila, esencialmente mujeres, que tuvieron que luchar y enfrentarse con problemas que no se les plantearon nunca a sus hombres. Podría decir que he reflexionado hacia atrás y hacia dentro, de la mano de las mujeres. Según mis estudios, sufrieron en ambos bandos de manera parecida. Ahora bien, mi impresión general es que las vejaciones públicas a las mujeres fueron más frecuentes en el lado nacional. Hay muchos testimonios oculares de comportamientos terroríficos de las columnas africanas que avanzaron desde Sevilla hacia Madrid, testimonios espeluznantes de las víctimas reflejados en el trabajo que están haciendo historiadores andaluces, como Francisco Espinosa y Moreno Gómez.

Sin embargo, en ambos bandos se realizó una obra social y humanitaria asombrosa por parte de las mujeres. Es lo que hemos llamado "Las mujeres en la retaguardia" como una parte importante del curso de El Escorial. Voy a participar en los debates sobre las mujeres en las retaguardias, no porque me considere experto sobre el tema, sino porque espero poder hacer alguna aportación al tema. En el libro que estoy terminando ahora abordo la historia de cinco mujeres; mejor dicho, de cuatro mujeres y una quinta. De las cuatro, dos son inglesas y dos españolas, dos nacionales y dos republicanas.

De Margarita Nelken se dijeron atrocidades por parte de la derecha, y es una figura esencial en la España de aquellos años. Con quince años comienza a publicar libros; era crítica de arte, novelista, autora, entre otros libros, de La condición social de la mujer, libro aún vigente, diputada por Badajoz, defensora de braceros y jornaleros. Al final de la guerra lo perdió todo. Se exilió a México, su hijo murió en la URSS y su memoria ha desaparecido para los españoles. Su equivalente nacional es Mercedes Sanz Bachiller, que con 19 años se casa con Onésimo Redondo y pasa una vida agitadísima, sufriendo persecución y un exilio en el que da luz su hija en una escuálida pensión portuguesa por no encontrar acogida en otra parte. Viuda desde el principio de la guerra, muy preocupada por la cantidad de niños hambrientos que viven en la calle, monta una obra social realmente encomiable, Auxilio de Invierno, que se convierte en un inmenso imperio de beneficencia, llamado luego Auxilio Social, lo que provocó contra su voluntad una lucha por el poder dentro de la Falange con Pilar Primo de Rivera.
El mundo de los voluntarios extranjeros que vinieron a España, he encontrado dos personas extraordinarias. De la izquierda inglesa he destacado a Nan Green, mujer de un voluntario de las Brigadas Internacionales, que trabajó como administradora en hospitales. De la derecha, a Priscilla Scott-Ellis, hija de uno de los aristócratas más ricos de Inglaterra, la única mujer inglesa que luchó en las filas de Franco en el frente como enfermera. Trabajó después para el servicio de inteligencia británico durante la segunda guerra mundial y luego se casó con José Luis de Vilallonga. Se trata de cuatro mujeres que tienen mucho en común: son fuertes, valientes, sensibles, calurosas y rectas. La quinta es doña Carmen Polo, y no digo más.

Todo esto me provoca la reflexión sobre la fascinación sin fin de la guerra civil española. ¡Cuántas cosas, cuántos lugares, cuantos personajes importantes aún sin historia!