Primera palabra

Un viaje a la semilla

por Lluís Pasqual

27 marzo, 2002 01:00

Lluís Pasqual

Aunque pueda existir un oficio común, hay tantas maneras de dirigir como directores. Tal vez por eso, a dirigir se aprende pero no se puede enseñar. Personalmente, cuando dirijo me considero un intérprete. Intérprete de una idea poética generada por un autor, que en algún caso puede ser colectivo, o puedo ser yo mismo, pero siempre me siento un intérprete que dirige un juego con las reglas de otro, el autor

De todos los oficios del teatro, seguramente el del director es justamente el menos conocido y el que más se presta desde fuera a conjeturas de todo tipo que muy poco tienen que ver con la realidad.

La función del director como catalizador u organizador de una compañía existe desde la antigua Grecia. Según la época histórica, ha coincidido con la del empresario, el autor, el escenógrafo, o el actor. Como figura autóctona existe desde hace casi dos siglos y es muy curioso que aún se hable de ello casi como de una novedad, hasta cierto punto espúrea o impuesta cuando su aparición se produjo de una manera natural, como más tarde lo fue la figura del iluminador o del técnico de sonido.
Esta función de catalizador de energía se produce en los ensayos, que es el espacio del director. Lo que sería la cocina de un restaurante con respecto al comedor. Para dar un ejemplo que pueda sugerir una idea, creo que el éxito de Operación Triunfo se debe a que la gente ha podido entrar por primera vez en el mundo de la preparación y el aprendizaje artístico, más rico y complejo de lo que en realidad parece.

Este mundo oculto y menos superficial de lo que puede mostrar la televisión es el del director, y su función será servir de guía para hacer crecer el talento de todos los demás y llegar así a explicar la historia que un día colectivamente decidieron contar. Pero su trabajo termina en el límite de la cocina. Es como la celestina, que prepara la cama para dos que vendrán, los únicos de verdad imprescindibles en todo este rito: el actor y el espectador. Pero él ya no interviene.

El teatro es por naturaleza un hecho colectivo y, por esencia, democrático. Cualquier protagonismo impuesto es por lo tanto perjudicial. En el caso del director, puesto que la función conlleva una capacidad de decisión y por lo tanto una dosis innegable de poder, puede ser más peligroso. De todos modos en esta cuestión concreta pienso que los protagonismos son a menudo fenómenos artificiales o de moda creados desde fuera. He escuchado muchas veces frases como la Norma de Caballé, el Don Carlo de Karajan o el Hamlet de Peter Brook, pero les he conocido a los tres y puedo asegurarles que ellos nunca lo han dicho, ni siquiera lo han pensado.

Por poner un ejemplo paradigmático de un director de escena, Stanislavski ha influido en todo el teatro occidental de una manera decisiva, en cada uno de sus componentes hasta nuestros días. Recondujo la columna vertebral del teatro: la interpretación, y arrastró hacia arriba de una manera fundamental a todos los oficios del teatro y las propias miradas de autores y de espectadores.

Aunque pueda existir un oficio común, hay tantas maneras de dirigir como directores. Tal vez por eso, a dirigir se aprende pero no se puede enseñar. Personalmente, cuando dirijo me considero un intérprete. Intérprete de una idea poética generada por un autor, que en algún caso puede ser colectivo, o puedo ser yo mismo, pero siempre me siento un intérprete que dirige un juego con las reglas de otro, el autor. Yo puedo regar y hacer que la planta crezca y dé hojas, flores y tal vez hasta frutos, pero yo no soy ni poseo la semilla. Esa semilla que contiene en germen la vida, es lo único que a mi modesto entender merece ser calificado como creación. Si hablamos de "mercado", otra cosa es que -como en la música- los intérpretes teatrales puedan tener también unos derechos. Pero en ningún caso tiene nada que ver con los que justamente pertenecen al autor.

Respecto a los temas que trata, si alguna grandeza ha tenido y sigue teniendo el teatro occidental es que es una forma artística que ha puesto en evidencia y ha roto muchas veces los tabúes de nuestras sociedades y sus raíces. El teatro es y ha sido siempre un espacio de libertad para hablar de todo -otro tema es cómo; si no yo, por lo menos, no lo haría.