Primera palabra

El vaso medio lleno

26 diciembre, 2002 01:00

SOS. E1, 2001. Instalación de Txomin Badiola en el MACBA

Lo mejor de 2002. Editorial

Las manifestaciones culturales de 2002 no han sido de traca pero tampoco ha sido un año catastrófico. Despegan las propuestas creativas y hay nuevos lenguajes que podrían dar sus frutos en 2003

Hay algunos fenómenos que saltan a la vista si se revisa el panorama editorial del año que concluye. Se percibe un giro en la producción que puede ser transitorio o apuntar a cambios más duraderos. Es, por ejemplo, llamativa la disminución del ensayo, que durante años ha mostrado una insólita vitalidad. Nos referimos, claro está, al ensayo "puro", no al que, presentándose con este disfraz, es en realidad recopilación de artículos o monografía especializada. El descenso del ensayo parece haberse visto compensado por el incremento de los libros de historia, gracias a unos cuantos autores que, como Fernando G. de Cortázar o M. Fernández álvarez, suman al rigor en el manejo de los datos la amenidad expositiva. Por razones obvias, la afición a la historia es paralela al gusto por la novela -que es, a fin de cuentas, la rama ficcional desprendida de la Historia-, y no resulta sorprendente que 2002 haya dejado una esperanzadora cosecha de narraciones. La presencia de nombres habitualmente sólidos, como Luciano Egido o Luis Landero, destaca junto a proyectos novelescos de largo aliento iniciados este año por Casavella o Marías, y a ciertas creaciones personalísimas, en los confines de la metanovela, como la obra de Vila-Matas. En conjunto, no ha sido éste un mal año para la novela española. En poesía han dominado los "seniores", que todavía imponen su nombre en las editoriales. Entre los jóvenes que pugnan por abrirse un hueco, un hecho se impone: el predominio de las voces femeninas.
Por lo demás, el mercado ha seguido tratando de imponer sus productos más comerciales y ganando a veces la batalla de colocar subproductos artísticos entre los libros más vendidos.

El campo del arte, este año se ha caracterizado por una creciente diversificación de la oferta de exposiciones y por una irresistible ascensión de los nuevos centros de arte periféricos. Entre los museos históricos, la programación del Thyssen sigue presentando exposiciones de excepcional calidad de los "clásicos modernos". El Reina Sofía confirma el desplazamiento de su foco de interés hacia la historia del arte español del siglo XX, y el IVAM, hacia los "valores seguros" del arte internacional de la pasada centuria. A estos dos últimos museos se les reprocha a veces el haber abandonado la atención al arte vivo, estrictamente actual, creado dentro o fuera de nuestras fronteras. Entre tanto, una serie de museos y centros de arte periféricos han logrado la atención de la crítica con propuestas más arriesgadas. Entre ellos se encuentra el MACBA barcelonés o el CGAC de Santiago, pero también centros más jóvenes como el de Castellón, el Artium de Vitoria o el Centro de Arte de Salamanca.

Del teatro de 2002 casi se podría decir lo mismo que del año anterior e incluso ponernos más dramáticos y señalar que la tendencia es preocupante. Se han repetido las superproducciones musicales (El fantasma de la ópera, Gaudí...), han surgido los monólogos y se reponen éxitos clásicos (La malquerida, Las entretenidas...) . Se ha echado de menos el teatro que emociona, el que llega al corazón. Sólo Nieva y Arrabal han tenido el privilegio de hacerlo en el CDN, que continúa con los dos teatros cerrados por obras. Y se nota. Alguno de nuestros directores y creadores más innovadores triunfan en el extranjero, como Rodrigo García en Francia, pero aquí las salas alternativas son su único escenario. Hay público para el teatro, pero sólo para ver versiones de éxitos pseudotelevisivos.

El año cinematográfico ha resultado fértil. Mucho y bueno. Como siempre, el cine norteamericano ha copado las carteleras. Han vuelto con su mejor estilo Spielberg, Cronenberg, Lynch, Polanski y Robert Alman. Además, el cine independiente ha traído perlas como las de Marc Foster, Todd Field o los Coen. Se consolidó la animación y así lo reconoció Berlín con el Oso de Oro a El viaje de Chihiro. Raro año para el cine español, con propuestas sociales como la de Fernando León en Los lunes al sol, que irá a los Oscar y que se lo comerá todo en los Goya si las previsiones no fallan. Almodóvar subió el listón con Hable con ella. éstas y otras películas como la de Antonio Hernández, En la ciudad sin límites, han dado una buena cosecha para nuestro cine pero con poca cuota de pantalla aún. Otro año será.

La oferta musical se amplía cada vez más. Los presupuestos atenazan a muchas organizaciones, pero unas y otras van descubriendo cómo capear el temporal. España es quizás el país más admirado en lo musical, entre otras cosas por las posibilidades que tienen los de fuera para presentar sus espectáculos. No sucede lo contrario, aunque se haya dedicado algún festival a nuestra música, como el de Schleswig-Holstein, o vaya ampliándose el ramillete de orquestas que salen de gira. ¿Cuándo saldrán de gira el Real o el Liceo? Un fenómeno cada día más claro es la dificultad que encuentra el repertorio romántico. Lo mejor de cuanto se exhibe o graba pertenece al repertorio antiguo o contemporáneo. La crisis con la que terminan el año algunas instituciones "tradicionales" -la ONE o la Orquesta de Sevilla- contrasta con los avances de otros conjuntos más jóvenes como Granada o la Comunidad de Madrid.

EL CULTURAL


Un año más, El Cultural ha pedido a sus críticos que destaquen la excelencia. Que elijan a su buen juicio lo mejor de un año rico en novedades, pródigo en intenciones, pero ¿también en resultados? Tras detenidas deliberaciones, nuestros críticos han destacado los mejores libros de autores españoles e hispanoamericanos, las más creativas exposiciones, las películas para recordar, las obras de teatro más sobresalientes y los espectáculos musicales más memorables. Son, en primer lugar, la novela El guitarrista, de Luis Landero; la exposición de Txomin Badiola en el macba de Barcelona; la Carta de amor escrita para la escena por Fernando Arrabal y representada en el Museo Reina Sofía de Madrid; la película de David Lynch Mulholland drive y el montaje de la ópera de Debussy Pélleas et Mélisande traído a Madrid por la ópera de Ginebra. En este número les ofrecemos lo que, a juicio de los críticos de El Cultural, merece entrar la lista de lo más representativo del año.