Image: Ley del Teatro

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Primera palabra

Ley del Teatro

por Luis María Anson, de la Real Academia Española

9 noviembre, 2006 01:00

Luis María Anson

La temperatura cultural de una ciudad se mide colocando en sus ingles el termómetro del teatro. Nueva York, Londres, París, Madrid, Pekín, Buenos Aires, son faros culturales en el mundo, gracias a que se muestran encendidos en una actividad teatral ávida y rutilante. En España, en general, se ha intensificado en los últimos años la afición por el teatro, el espejo que, desde Esquilo, se coloca delante de la sociedad para retratarla como es. Numerosas ciudades, incluso no pocos pueblos, han puesto en marcha, en edificios tantas veces magníficos, representaciones teatrales de primer orden. Juan Carlos Pérez de la Fuente, hombre enamorado hasta el tuétano de la escena, ha redactado, a través de la ADE (Asociación de Directores de Escena de España), que preside con pulso firme y acierto constante, las "Bases para un proyecto de Ley del Teatro". Es un texto completo y exigente, pleno de aciertos y con algún error subsanable.

Lo primero que debe garantizar una ley del Teatro es el estímulo y la protección a la empresa privada. El Estado sólo debe intervenir allí donde no alcance la iniciativa particular, a la que conviene proteger con un tratamiento fiscal preferente y una publicidad gratuita en los medios públicos, amén, en su caso, de subvenciones puntuales, distribuidas con rigor para premiar el mérito y no a familiares y amiguetes.

Antes que nada, pues, la empresa privada. Asentada esta premisa, como el teatro, sobre todo determinado teatro, bien clásico, bien de vanguardia o alternativo, no resulta rentable, ahí es donde debe intervenir el Estado -Gobierno de la nación, comunidades autónomas, municipios- para garantizar que el ciudadano medio tenga acceso a ese bien cultural inigualable que son las artes escénicas. En este sentido, la Ley promovida por la inteligencia y la tenacidad de Pérez de la Fuente resulta impecable. Gaspar Melchor de Jovellanos, uno de los hombres más libres y sagaces que ha producido la intelectualidad española, redactó en 1790 su Memoria para el arreglo de la policía, de los espectáculos y diversiones públicas. Fue un primer paso para reglamentar el bien común que es el teatro. La España democrática de la Transición ha creado el Instituto Nacional de las Artes Escénicas y la Música, centros dramáticos admirables y numerosos organismos y entidades destinados al estímulo teatral, así como instituciones nacionales, autonómicas y municipales para la enseñanza. Falta una ley marco que reglamente la actividad teatral pública desde el respeto más escrupuloso a la iniciativa privada.

Hace cincuenta años, la joven inquietud teatral en Madrid se reducía al TEU, Teatro Español Universitario. Después, varios profesionales y algunos aficionados, estimulados por los amores de Miguel Narros y Betsy Buckley, promovimos el Teatro Estudio de Madrid, que derivó más tarde en el Teatro Independiente, con sede en Magallanes. Medio siglo después, cerca de un centenar de compañías de teatro alternativo se desarrollan en la Comunidad madrileña, incendiando con su fuego y sus inquietudes al público, cada vez más prendido en una escena plural y turgente.

El Ministerio de Cultura no puede ignorar las "Bases para un proyecto de Ley del Teatro" de la ADE. Pérez de la Fuente, en 9 títulos y 45 artículos, aborda todos los aspectos del teatro público, desde la organización del sistema teatral hasta los derechos y deberes del ejercicio profesional, pasando por la enseñanza, las políticas teatrales, la cooperación entre las administraciones educativas, culturales, laborales y científicas; los espacios escénicos, la creación teatral, su difusión, la divulgación de los bienes literarios, los programas de animación teatral e, incluso, la investigación.

La ministra de Cultura, Carmen Calvo, que ha demostrado una sensibilidad muy por encima de la media del Gobierno al que pertenece, no puede desoir la voz de los directores españoles de escena. El proyecto de ley que han redactado es mejorable, sin duda. Pero los expertos del ministerio deberán andar con extremo cuidado para no empeorarlo. El amor al teatro y la dilatada experiencia profesional presiden el texto redactado por Pérez de la Fuente y sus colaboradores para reglamentar, en beneficio de todos, ese milagro que es el teatro en España.

Zigzag

Galaxia Gutenberg/Círculo de Lectores ha recogido en una espléndida edición bilingöe el intenso trabajo de Fabio Morábito para recopilar la poesía completa de Eugenio Montale. Me acuerdo perfectamente de la estupefacción que se produjo en Italia cuando la Academia sueca otorgó el Nobel a Salvatore Quasimodo. La crítica más solvente, no sin razón, le tenía situado muy por debajo de Montale e, incluso, de Ungaretti. Montanelli se cachondeó en un artículo canalla e inolvidable de la decisión de la Academia sueca. Montale es un poeta desolado que sufre de amor y de muerte en el valle de las lágrimas: la existencia que nunca pidió. Como la Simone Weil de "Meditaciones precristinanas" impregna sus versos de angustia y se revuelve contra Dios. "La tormenta" o "Huesos de sepia" son libros estremecedores. También "Cuaderno de cuatro años". Morábito ha añadido "Diario póstumo", los últimos versos desconocidos del ácido poeta italiano que, tal vez un poco tarde, también se encaramó en el altar de los Nobel.