Image: El boom del español

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Primera palabra

El boom del español

por Luis María Anson, de la Real Academia Española

14 junio, 2007 02:00

Luis María Anson

Cayetana álvarez de Toledo, la inteligencia rubia del PP, mi devoción epistolar y distante, envió la semana pasada a Carod Rovira, el amigo de Josu Ternera un ejemplar, gentilmente dedicado, del libro de ángel López García El boom de la lengua española.

España enriquece su cultura con varios idiomas bellísimos como el catalán, el vascuence o el gallego. Pere Gimferrer ganará para la nación española el premio Nobel de Literatura por su obra poética en catalán. Eso está al caer. La Real Academia Española se enorgullece de contar entre sus miembros de número a este poeta excepcional, uno de los grandes del último medio siglo. Durante la dictadura de Franco fuimos muchos los que denunciamos las tropelías que se cometían con el idioma catalán y, desde Estoril, el entorno de Juan III, Conde de Barcelona, produjo numerosas declaraciones en contra de la política lingöística de Franco en Cataluña. José María Pemán, presidente del Consejo Privado de Don Juan, escribió un artículo memorable: "El catalán, un vaso de agua clara". Resulta lamentable que en la actualidad democrática de España algunos dirigentes catalanes estén haciendo con el castellano lo mismo que Franco hizo con el catalán.

Dicho todo esto, convengamos en que el español se ha convertido en la segunda lengua del mundo, desplazando de largo al francés. Más de 400 millones de personas, según datos contrastados de 2006, hablan español como primer idioma. En Brasil es ya oficial el estudio de nuestra lengua y en Estados Unidos, los estudiantes de español doblan a los del resto de idiomas. Tras el inglés, el castellano es la lengua elegida por los estudiantes en la mayor parte del mundo, desde Suecia a Japón, desde Alemania a Corea.

Según datos de 1999 aportados por López García en un libro científico, copiosamente documentado, 332 millones de personas se expresan en español como idioma nativo, por 322 en inglés. Sólo supera al español, el chino que, en todo caso, no es un idioma internacional, aparte de lo difícil que resulta navegar en el enjambre dialectal de la gran nación asiática.

Sería de ilusos creer que las cifras aportadas se pueden tomar como absolutas. No es así. El inglés es la lengua franca del mundo, el idioma de referencia, como lo fue el francés hasta la II Guerra Mundial o el latín en la Edad Media. No resulta descabellado afirmar que, como lengua internacional, el inglés representa hoy el 70%, el español el 10% y el resto de idiomas el 20%. En toda América compiten, tal vez con ventaja para el español, los idiomas de Cervantes y Shakespeare. En el resto del mundo, el inglés es la lengua dominante, hablada por las minorías dirigentes de las naciones europeas, asiáticas y africanas.

Al contemplar de forma desapasionada la realidad lingöística del orbe asombra el aldeanismo decimonónico de algunos dirigentes catalanes que se esfuerzan por borrar el estudio del español de escuelas y universidades, cuando una nación de casi 200 millones de habitantes como Brasil lo establece obligatoriamente en la enseñanza, mientras en Estados Unidos, primera potencia del mundo, hablan español ocho veces más ciudadanos que los habitantes de Cataluña.

El castellano, en fin, abandonado muchas veces por los Gobiernos españoles de turno, crece de forma imparable, aunque es necesario hacer un esfuerzo, y no pequeño, en los sectores científicos y en internet, aparte de poner los pies en la realidad y reconocer que si en el mundo ocupamos el segundo lugar, en Europa nos movemos en el quinto, porque alemanes, ingleses, franceses e italianos nos superan en número. l

Zigzag

El mundo de las letras tiene varias deudas de agradecimiento con el doctor Abarca, entre ellas que Paco Umbral siga iluminando ávidamente la escritura española. En la frontera de la muerte, en la oscura penumbra del más allá, prácticamente desahuciado, éste médico humanista le tomó a su cargo y le salvó la vida dedicando al autor de Mortal y rosa las ternuras del sabio y la tenacidad del profesional honrado. Seguí día a día la zozobra de aquellas semanas del destino incierto. Ahora Juan Abarca ha publicado un libro, Cinco litros de sangre, con prólogo profundo, a ratos erizante, de Umbral. Se trata de un relato autobiográfico, denso de contenidos, porque este médico, aparte de su larga experiencia cirujana, ha creado el mejor y más riguroso complejo hospitalario privado de Europa. Pero todo eso, con ser mucho, no es lo que le trae a este zigzag. El doctor Abarca formó parte del equipo médico que en el hospital de la Paz trató a Franco en sus últimas semanas de vida. Según el testimonio de Abarca, el dictador pudo haber vivido. Fue un error del doctor Hidalgo Huerta el que le llevó prematuramente a la muerte. En esa época la única opción para curar la gastritis hemorrágica que padecía el dictador era la resección total del estómago. Hidalgo Huerta decidió resecar sólo el 30%. El doctor Lorente y el doctor Abarca anunciaron que en siete días o menos quebrarían las suturas. Así fue, lo que significaba la muerte irremediable de Franco. La especulación histórica se hace inevitable: ¿qué habría ocurrido si el dictador hubiera vivido un par de años más? El error de un médico ha condicionado de forma relevante la reciente Historia de España.