Image: Juan Ramón, poemas de la carne y del alma

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Primera palabra

Juan Ramón, poemas de la carne y del alma

por Luis María Anson, de la Real Academia Española

12 julio, 2007 02:00

Luis María Anson, de la Real Academia Española

Al poeta le sacude "el imperio terrible de la carne desnuda". "Tu sexo negro -escribe- suave como un plumón de pájaro, entre las sedas blancas, amarillas y malvas era como un faro de sombra para mis ojos en un revuelto mar de tibias olas pálidas"". Desde el hastío indolente de la playa, el enamorado se pierde en la tibieza suave de los muslos de la amada. "Tu boca fina y rosa, -dice- lo mismo que una herida, se ponía hecha ascua, apenas le quitaba su fuego con mi boca". En la ardentía del placer, el poeta acaricia "tus senos tibios, dulces como la muerte, tus brazos imprevistos con sus hierbas de luto, la misteriosa pesadilla de tu vientre..."

Habla el amante de los pechos de la amada "amasados de estrellas", de sus piernas de plata, y desea que entre ellas "florezcan mis auroras". Se queja de la "pena del instante" pero no de "la carne gozada inmensamente" porque "dentro de tus muslos la mano se perdía en un acariciar de no igualadas sedas..." Y persigue el poeta a la mujer poseída, "llorando como un niño, de cima en cima, en las estrellas..."

José Antonio Expósito, bien auxiliado por Antonio Colinas, nos descubre al otro Juan Ramón Jiménez, al que apenas conocíamos. El poeta romántico, soleado de jardines lejanos, de espacios y de tiempos, estalla de pasión y erotismo en Libros de amor. Francina, Filomena Ventura, Luisa Grimm, Blanca Hernández-Pinzón, Susana Almonte y Carmen Rasco anteceden a la amada definitiva, con la sombra posterior y suicida de Marga Gil Roesset. "Cuando finalmente JRJ -escribe Expósito- halló encarnada en Zenobia a esa ansiada mujer ideal, arrinconó la evocación de todas esas pasiones pasadas".

"Como joya de carne -escribe Juan Ramón- como rosa de vida, desnuda te sentabas encima de mis piernas; eras como una rosa abierta en un ciprés, como una mariposa en una calavera". Se extasía el poeta con los pezones agudos y rosas de la amada, alegres y frescos. Quema entonces el fuego de su cabello de oro, mientras estalla "la volubilidad de su carne de aurora", "y una herida de sangre lujuriosa y caliente se entreabre en los granates sensuales de su boca...". El enamorado está ya perdido en el raso violeta de los ojos inmensos de ella, en su piel deseada "más pálida que el agua".

Porque, sobre la pasión desatada, aparece el Juan Ramón delicado y tembloroso que se inunda de tristeza, que ama "el suspiro del aire en la mansa arboleda", la "voz rubia" de la amada, la alegría de oro de su risa, enturbiada a veces por dos lágrimas grandes colgadas de los ojos. Surcada de abrazos, florecida de besos, los brazos enamorados "rosaban cálidamente llenos" y temblaban de nostalgia mientras el poeta espera "pálido de ilusión y de duda", porque sabe que un día se morirá "nuestro amor, como se muere un niño" y por eso vaga por sus "tristezas callado y solitario". Roba hora tras hora el jardín a la muerte mientras ve como se derrumba la tarde triste entre los brazos de ella. "La rosa que me diste aquel día de lluvia -grana y fresca del agua y de tus manos- se hizo mi corazón. Y cuando tú te fuiste -y cuando te llevaron- se despojó sangrando". Nadie devolverá al amor concluido el esplendor en la yerba, la gloria en las flores.

Y, de pronto, aparece el Juan Ramón que yo conozco cuando adelgaza la escritura y escribe que la amada se deja tocar el alma y que su mayor "encanto está en sus ojos sombríos". Escribe entonces el poeta desde el sentimiento profundo y sosegado: "Junto al pozo del claustro te suspiré mi amor con versos de San Juan de la Cruz".

Zigzag

En toda Europa se habla hoy de un espectáculo blasfemo que ha triunfado en Italia: Messiah game , de Félix Ruckert. Es la gran provocación contra el sentimiento católico. La mujer-mesías interpreta el papel de Cristo a través del bautismo, la última cena, la crucifixión y la resurrección, todo ello articulado en un ballet erótico en el que se produce la apoteosis de los cuerpos desnudos, de los erectos bailarines in púribus, sin que se ahorre la agresión antirreligiosa, el sadomasoquismo cruel y la violencia con sangre real cuando es azotada la mujer-mesías. Felix Ruckert, que apenas tiene 50 años, es un bailarín imaginativo y procaz, inteligente y rompedor, colaborador del Dock 11 de Berlín, ciudad que ha desplazado a Nueva York como centro del arte de vanguardia y de la contracultura mundial. La torpeza de algunas asociaciones cristianas, no en reaccionar contra el espectáculo blasfemo, sino en cómo lo han hecho, ha contribuido a su éxito. No falta mucho para que arribe a España este Messiah game, que escandalizará aquí menos que en otros sitios, pues el espectador español lo ha visto ya todo y está por encima del bien y del mal, de manera singular en Madrid, ciudad que tolera los productos más agresivos sin riesgo de vómito ni de indigestión.