Image: Expolio en la Biblioteca Nacional

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Primera palabra

Expolio en la Biblioteca Nacional

por Luis María Anson, de la Real Academia Española

4 octubre, 2007 02:00

Luis María Anson

Del archivo del Ministerio de Asuntos Exteriores ha desaparecido el memorial autógrafo de Quevedo, en el que el escritor agraviado solicitaba a su Rey, Felipe IV, que le otorgara la libertad. En su día también desapareció el testamento del autor de Poderoso caballero es Don Dinero, y voló, incluso, uno de sus epistolarios inéditos. Todos estos robos y otros muchos los denunciaba Pablo Jauralde en El Cultural de la semana pasada. Espléndido artículo, excepcional trabajo de investigación.

Recuerdo muy bien, cuando leí hace ocho años la extensa biografía de Quevedo escrita por Jauralde, que me pareció un libro prodigioso. Quedé deslumbrado. Se leía como una novela de aventuras. Si Quevedo levantara las espaldas estevadas y su pluma erecta se quedaría un poco jodido porque no sabría tantas cosas sobre su propia vida como Pablo Jauralde. La verdad es que en los últimos años se han publicado estudios definitivos sobre la obra de Quevedo. Darío Villanueva, el nuevo académico de la Española, ha dejado muestras de su talento al profundizar en textos claves quevedianos y Santiago Fernández Mosquera en su espléndido ensayo La poesía amorosa de Quevedo le quitaba la razón a Blecua en el análisis de un soneto célebre, si bien hay un reconocimiento general a la obra ingente del especialista recientemente fallecido. Sin él hoy no se podría entender al Quevedo profundo y definitivo.

Pero volvamos a Jauralde, que trabaja en la Biblioteca Nacional y que tras la desaparición de los dos mapamundi de Ptolomeo, ha denunciado en estas páginas que hay al menos 12.000 manuscritos sin inventariar de los 25.000 que se encuentran en depósito. Esos 12.000 manuscritos, cuyo contenido se desconoce, al menos en gran parte, se sirven sin embargo a los investigadores que se instalan en la Sala Cervantes de la Biblioteca Nacional, algunos de ellos sin los controles científicos que serían imprescindibles. "Si no se sabe lo que hay, pero todo se puede consultar, ¿cómo se va a saber lo que desaparece, o se mutila, o se cambia, o se falsifica?", se pregunta Pablo Jauralde, con más razón que Rajoy cuando dice que Zapatero es un embustero.

Mientras Rosa Regàs despilfarraba el dinero público en atenciones sociales, en inanes asesores, en caprichos decorativos o en viajes fastuosos, las carencias de la Biblioteca Nacional garantizan un expolio permanente de sus fondos. Desde la BN francesa hasta el "Student Room" de la británica o la Ambrosiana de Milán las exigencias para conceder un carnet de investigador son rigurosas e implacables. Aquí, no. Aquí Rosa Regàs consideró que eso eran trabas de la derecha reaccionaria y que había que abrir la Biblioteca Nacional a todos sin más historias. "Aquí -escribe Jauralde- puede entrar cualquiera, pedir la primera edición de El Quijote, protestar si no se la llevan, dejarla abandonada en un pupitre, escribir en un papelillo sobre su portada..."

El patrimonio cultural español está exigiendo a gritos rigor, sobriedad y control científico frente a la improvisación, la ligereza, la frivolidad y los tópicos del progresismo decadente y trasnochado. Bien por Pablo Jauralde. Su denuncia, tan documentada y serena, tal vez contribuya a que la nueva gestión que ahora se abre en la Biblioteca Nacional impida su expolio y garantice el conocimiento científico de sus fondos.

Zigzag

Javier Ayuso, un gran periodista seducido por la potencia de la gran economía, me subrayaba el esfuerzo del BBVA en su atención a la cultura. No exageraba. He escrito varias veces que frente a la catástrofe de la política cultural de los diversos Gobiernos democráticos, desde Suárez hasta Zapatero, es la iniciativa privada la que mantiene a la cultura española e iberoamericana entre las tres grandes del mundo. El BBVA presenta ahora en Madrid una parte de su colección de obras maestras de la historia artística iberoamericana. No voy a entrar en la crítica de la exposición que queda para los especialistas de El Cultural. Si quiero reconocer el esfuerzo realizado. Hay que aplaudir a un Banco, como el presidido certeramente por Francisco González, que dedique tiempo y dinero a pontenciar la cultura, en este caso estableciendo además vasos comunicantes entre España e Iberoamerica, donde nuestro país dejó sus raíces y donde potencia hoy la economía de las naciones que durante más de tres siglos estuvieron unidas a la nuestra. Andrés Ciudad, Luis Eduardo Wuffarden, Rodrigo Gutiérrez y Guillermo de Osma han realizado un trabajo serio y riguroso. Los madrileños disfrutarán mucho con esta exposición que ciñe la historia de las culturas americanas desde el cinturón precolombino hasta nuestros días.